Los extremistas, que bombardeaban a Alepo desde Leramun, utilizaron los edificios de una docena de fábricas para la producción de municiones y armas improvisadas, así como para refugiarse y para fortificarse. Al retirarse bajo el ataque de las tropas del gobierno, se llevaron parte de los equipos, los otros quedaron destruidos o arruinados. Tan pronto como el distrito fue liberado, los empresarios comenzaron a regresar allí.