La nación, devastada por la guerra y afectada por las sanciones, registró su primer nuevo caso de coronavirus el 22 de marzo, y la ONU advirtió que el sector de atención médica sobrecargado del país podría no estar preparado para enfrentar un brote importante.
El Ministerio de Salud de Siria registró el miércoles cuatro nuevos casos de COVID-19 en la República Árabe, y las personas infectadas dieron positivo por coronavirus en el centro de cuarentena de al-Dweir, donde fueron puestos en cuarentena la semana pasada, informó la Agencia de Noticias Árabe Siria.
En un desarrollo relacionado, Damasco ha introducido un 6 p.m. hasta el toque de queda a las 6 a.m., que se aplicará en todas las provincias del país (menos Idlib ocupado por militantes y el este de Siria controlado por los kurdos), con el toque de queda que entrará en vigor el miércoles.
El toque de queda ha llevado al vaciado de las calles del país, con el cierre de tiendas y negocios y el tráfico rodado reducido a un goteo.
El gobierno lanzó una campaña de concientización pública a través de 300 vallas publicitarias en Damasco, sus alrededores y el resto del país, instando a los sirios a quedarse en casa, mantener una higiene adecuada y tomar otras medidas para evitar la infección.
🇸🇾 Curfew in #Syria became effective 2 hours ago. #COVIDIOTS #COVID2019 #CoronavirusPandemic #CoronavirusLockdown pic.twitter.com/bfFw5Jd1c3
— குருநாதா 🎭 (@Coimbatoreian1) March 25, 2020
Anteriormente, las autoridades cerraron las escuelas y algunos negocios, y suspendieron los vuelos internacionales, y se ordenó a los militares preparar hospitales militares y ayudar al estado a reducir las reuniones públicas masivas. Los hospitales públicos y privados de todo el país han sido preparados para un brote en virtud de un plan nacional para combatir el virus.
Pictures of curfew in #Damascus, as official numbers of Coronavirus infection raised to 5.#Syriahttps://t.co/XfKdShXfXs pic.twitter.com/c8UB65o03F
— Tania Chávez (@Tania_Tania_C) March 25, 2020
Siria en alto riesgo para COVID-19
Frente a las sanciones occidentales y aislada de grandes partes del mundo, Siria fue uno de los últimos países en el mundo en reportar casos de COVID-19, con la primera infección reportada el domingo. Al mismo tiempo, el país está en alto riesgo, porque su infraestructura médica ha sido dañada y sobrecargada por casi una década de guerra entre el gobierno y una colección de rebeldes y terroristas respaldados por extranjeros.
El martes, el Enviado Especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, pidió «un alto el fuego nacional inmediato y completo en toda Siria para permitir un esfuerzo total para suprimir COVID-19». El enviado advirtió que Siria era «extremadamente vulnerable» al virus, dada la falta de instalaciones médicas, equipos y profesionales de la salud, y debido a las condiciones «peligrosas» en los campos de refugiados.
Pedersen pidió a las autoridades sirias que «amplíen» sus esfuerzos con COVID-19 y enfatizó que «no hay un día que perder» en esta lucha. No mencionó ningún posible esfuerzo de la ONU para levantar las sanciones estadounidenses y europeas contra la República Árabe, que incluyen restricciones severas sobre todo, desde el suministro de combustible hasta el equipo médico. Washington y Bruselas han indicado previamente que no levantarían las sanciones contra Damasco, ni ayudarían al país en sus esfuerzos de reconstrucción.
Los casos mundiales de COVID-19 superaron los 417,000 el miércoles, y la Organización Mundial de la Salud advirtió que Estados Unidos podría ser uno de los próximos puntos críticos del virus..