La política demócrata presenta una serie sobre su vida en el Festival de Berlín. «Putin fue a por mí, me quiso derrotar», afirma en un encuentro con medios internacionales
Clinton entra. Pide que le presenten a cada periodista. Burstein asegura que su protagonista nunca rechazó ni una pregunta ni vetó ni un tema –y efectivamente, de todo se habla en pantalla– y en persona la exsenadora no es menos. Acerca del recién condenado Harvey Weinstein asegura: “El jurado ha hablado claramente y es tiempo de que rinda cuentas. Donó dinero a mis campañas como lo hizo con cualquier candidato demócrata, desde Obama a John Kerry, a cualquier puesto”. Sobre el precandidato Bernie Sanders se escucha en una conversación del documental en la campaña de 2016: “Lleva en el congreso décadas. A nadie la cae bien, nadie quiere trabajar con él porque no ha hecho nada. Es un político de carrera”. Ayer, en Berlín, Clinton se explicaba: “Apoyaré al candidato demócrata sea cual sea. Hemos tenido cuatro años malos y si hay otros cuatro iguales puede que sea dificilísimo recuperarnos de los daños. Tengo mi opinión sobre Sanders, obviamente,… pero haré campaña por él si es el nominado. Cualquier demócrata es mejor que Trump, que representa un peligro para la democracia. Tenemos aún un largo camino por delante, ya veremos. Pero ya me hubiera gustado que Sanders me hubiera apoyado en 2016 como yo apoyé en su momento a Obama cuando me ganó en la nominación y pedí a mi gente que le respaldara”.
Casi al inicio del documental aparece el caso de los correos electrónicos, la doble cuenta que usó Clinton cuando era secretaria de Estado y que motivó una investigación del FBI: “Nunca hice nada ilegal, ni di ningún tipo de información clasificada, ni me salté ninguna regulación, y fue un tema devastador para mi campaña. Cuando se había acabado el eco de esa maniobra, el director del FBI volvió sobre el asunto a 10 días de las elecciones a la presidencia y me hundió. El domingo antes de la votación dijo que no había nada, que era lo de siempre, pero ya era tarde. Desapareció la clara ventaja que tenía en zonas en las que tenía que ganar. Pensé que podría recuperarme, pero mucha gente pensó que algo habría ahí detrás”. ¿Siente que hubo una conspiración organizada contra ella? “¡Por supuesto! Y meticulosamente calculada. Durante un año la Administración Obama se planteó cómo hacer pública la interferencia rusa y cómo estaban manipulando a la opinión pública, porque además el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, les amenazaba con calificar esta revelación de partidista… Y cuando finalmente lo hicieron, en octubre de 2016, a las pocas horas los ladrones rusos robaron y distribuyeron correos electrónicos de mi jefe de campaña. No hay misterio. Rusia usó las filtraciones de Wikileaks para contaminar a la gente. Lo más increíble es que al final la administración Trump tuvo que reconocer las injerencias rusas”.
que reconocer las injerencias rusas”.
Y va más allá: “Fue una operación sofisticada, concertada. Putin fue a por mí, me quiso derrotar, y él es el modelo de conducta de Trump. A Putin le rodea y le financia la oligarquía rusa, ha invadido tres países como Georgia, Moldavia y Ucrania, y ha cometido crímenes de guerra en Siria asesinando a más de 400.000 personas… Trump admira ese liderazgo, porque le mueve la misma personalidad autoritaria, y hasta le gusta que no haya controles legislativos ni periodísticos”. Al actual presidente de EE UU le califica de “maestro de la distracción y por eso dice 10 estupideces al día”. Para Clinton, “los servicios secretos rusos aún trabajan de forma indirecta para la campaña de Trump, porque la distracción forma parte de la estrategia”. A la exsenadora le gusta poner ejemplos del desastre actual: “Dijo que eliminaba el Obamacare para crear algo mejor, ¿y dónde está ese sistema sanitario novedoso? Su crueldad se ve en cómo separa a las familias de los inmigrantes enjaulados en la frontera. Nunca da soluciones, no hay estrategia –como demuestra su salida del Acuerdo de París por el cambio climático- por eso se dedica a los ataques como cortina de humo. Es el gobierno del tuit y del gansterismo”.
Esas distracciones tienen un perfecto campo abonado: las redes sociales. “Tenemos que regular las redes. En EE UU, la mitad de la gente se informa por Facebook y no hay ningún control, ni va a haberlo, según Mark Zuckenberg”. Como ejemplo, expone un par de mentiras usadas contra ella en campaña. “La gente está desinformada y eso hace que dude de la democracia. Un estudio de la Ohio State University centrado en su estado en votantes de Obama que luego se pasaron a Trump descubrió que lo hicieron creyendo que yo estaba muy enferma y que el papa Francisco apoyaba a Trump. Todas mentiras distribuidas por Facebook. Y eso es propaganda manipuladora. Hay que reconocer que lo hacen de forma muy sofisticada, porque bombardean con noticias falsas inventando asociaciones de ciudadanos y grupos desde los que difundir el material”.
Barack Obama resume en una sola frase resume el terrible mito de Sísifo en que se convirtió la vida política de Hillary Clinton, marcada por una constante vuelta a empezar. “Ella es víctima del doble rasero. Cuando está en un cargo, sus niveles de popularidad se disparan por su firmeza y su sabiduría y eso es justo lo que se vuelve en su contra cuando se presenta a otro cargo”. Clinton lo subraya: “Por supuesto que hay doble rasero por género. Yo tuve una neumonía, y ya decían que tenía que retirarme. Porque, claro, las mujeres nos tenemos que cuidar más y no ser tan emocionales. A Sanders le dio un infarto de miocardio, pasó una semana en el hospital, y no ocurre nada. Porque los machotes”, y Clinton imita a un hombre musculado, “se recuperan rápidamente. ¿Os imagináis si me da un ataque a mí o a Elizabeth Warren?”.
A Clinton aún le sorprende “la cantidad abrumadora de historias ridículas” que circulan sobre su vida: “Teorías conspirativas acerca de mí, enfermedades, locuras propagadas por las redes”. Y por eso quería que alguien lo viera desde fuera. “He vivido unas experiencias asombrosas. Pero el documental me usa a mí como lupa para hablar de décadas de historia. Espero que las jóvenes saquen una conclusión: nunca des por garantizados tus derechos. Jamás creas que la lucha acaba o que esas libertades están aseguradas. Es una lucha y yo soy una parte pequeña de esa batalla”. Sobre el futuro reflexiona: “Soy optimista, porque creo que es la mejor manera de vivir, pero estoy preocupada con el crecimiento de la xenofobia, el nacionalismo y los movimientos populistas. Por favor, ¡esa es la respuesta fácil, culpemos a las minorías! Estos políticos están dominando el discurso y eso hace que peligre la democracia. Entiendo que la gente sienta miedo, pero de él no nacen las soluciones y los líderes políticos están para crear diálogos constructivos. No para gritar furibundos”