¿Por qué Estados Unidos no debería dominar el mundo?


Estados Unidos no debería dominar el mundo, porque las políticas de ese país lo convierten en un actor destructor, indica un medio norteamericano.

Al difuminarse sus principales desafíos, entre ellos la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Estados Unidos tuvo una oportunidad sin precedentes para moldear la política internacional a su gusto. Pudo haber elegido vivir en armonía con el mundo, dejando atrás su militarización. Pudo haber ayudado a construir un mundo de paz, fortaleciendo las leyes e instituciones que limitan la guerra, indica un artículo publicado en la revista estadounidense Foreign Policy.

En cambio, hizo lo contrario, se decantó por adoptar una estrategia que dio lugar a las amenazas y los métodos militares, además de construir una forma de integración global que sirvió a los intereses inmediatos de unos pocos, poniendo en peligro los intereses a largo plazo de la mayoría.

En lugar de fortalecer la paz, el país norteamericano buscó la dominación armada y lanzó guerras inútiles en Afganistán en 2001, en Irak en 2003 y en Libia en 2011. Estas acciones crearon más enemigos de los que derrotaron. Mataron a cientos de miles de civiles y dañaron las leyes e instituciones.

A medida que EE.UU. intensificó las amenazas militares y luego invirtió recursos para contrarrestarlas, tampoco logró ayudar al mundo.

Desde 1990, EE.UU., a pesar de tener solo el 4 % de la población mundial, ha emitido alrededor del 20 % del dióxido de carbono total del mundo, la principal causa del cambio climático. Aunque China es actualmente el principal emisor del mundo, las emisiones per cápita de Estados Unidos siguen siendo más del doble que las de China.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, a menudo se proyecta a sí mismo rompiendo con el patrón básico de la política exterior estadounidense. En verdad, Trump ha intensificado la agenda de sus predecesores después de la Guerra Fría: no repara en gastos para la hegemonía militar y no trata de controlar el cambio climático.

La estrategia de Washington en la posguerra fría ha fracasado. EE.UU. debería abandonar la búsqueda de la primacía armada a favor de proteger el planeta y crear más oportunidades para más personas.

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