Trump gasta 654 millones de dólares, a través de USAID, en apoyo a Guaidó para derrocar a Maduro pese a que impone un fuerte ajuste económico en su país.
La Administración de Donald Trump ha estado invirtiendo desde su inicio, allá en 2017, más de 600 millones de dólares en esfuerzos para ofrecer ayudas para derrocar el Gobierno legítimo de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, y reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así comienza un artículo de The Grayzone, publicado el jueves.
El texto escrito por el periodista Ben Norton detalla que, desde 2017 a diciembre de 2019, el Gobierno estadounidense gastó al menos 654 millones de dólares en programas de ayuda relacionados con Venezuela. Si bien Washington afirma que este gasto se destinó a los esfuerzos humanitarios, gran parte del dinero de los contribuyentes norteamericanos financió los intentos para desestabilizar y finalmente derrocar al Ejecutivo de Maduro.
El autor del informe señala a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) como uno de los tentáculos centrales de la guerra híbrida de Washington contra los Estados socialistas e independientes de todo el mundo. Esta organización tiene una larga y sórdida historia de financiación de grupos de la “sociedad civil” y partidos de oposición política para derrocar a los gobiernos de los enemigos designados por la Casa Blanca.
USAID ha aportado 435 millones de estos 654 millones de dólares, financiando a la oposición venezolana de derecha supeditada por Washington. Al menos, 128 millones de este dinero de USAID fueron directamente a los bolsillos de los líderes golpistas, liderados por Juan Guaidó, que la Administración Trump intentó instalar como gobernantes del país en enero de 2019.
USAID divulgó recientemente este impactante nivel de apoyo, reconociendo que va a financiar activistas antigubernamentales venezolanos, organizaciones no gubernamentales (oenegés) y medios de comunicación de la oposición, junto con el supuesto “gobierno interino” dirigido por el autoproclamado presidente, Juan Guaidó.
Mientras que Estados Unidos está gastando cientos de millones de dólares tratando de derrocar al Ejecutivo legítimo de Venezuela, salido de las urnas democráticamente allá en mayo de 2018, la Administración Trump está imponiendo una política agresiva a los programas sociales en casa.
Para recortar 4,2 mil millones de dólares en gastos públicos durante cinco años, Trump eliminó los cupones de comida que alimentan a 700 000 estadounidenses pobres, la mayoría de los cuales son niños. Financiar este programa crucial costaría alrededor de 840 millones de dólares por año, una cifra casi similar a la cantidad que el líder republicano ha invertido en los esfuerzos para un cambio de “régimen” en Venezuela.
La Administración Trump también ha reducido drásticamente los impuestos para las grandes y ricas corporaciones, y gracias a estos recortes, los 400 multimillonarios más ricos de EE.UU. ahora pagan una tasa impositiva más baja que los estadounidenses más pobres, anota el escritor para luego subrayar que a medida que los estadounidenses de clase trabajadora soportan cada vez más la carga de estos tributos, sus dólares de impuestos se gastan en la destrucción de los gobiernos socialistas del Cono Sur.
El papel de USAID en el intento de golpe de Estado de EE.UU. contra Venezuela
USAID ha actuado durante mucho tiempo como un frente para la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) y otras agencias gubernamentales, camuflando las actividades de cambio de régimen con un supuesto trabajo humanitario. Bajo la Administración Trump, el papel de la citada organización como brazo ejecutor de la también mencionada guerra híbrida estadounidense se ha vuelto más agresivo que nunca.
En febrero de 2019, se reveló un plan de USAID para capacitar a “trabajadores humanitarios” como fuerzas de operaciones especiales que sirven en equipos con operativos militares y de inteligencia para promover los intereses de la “seguridad nacional” de Estados Unidos.
Ese mismo mes, la llamativa agencia humanitaria se activó como el principal elemento en un complot para derrocar al Gobierno venezolano. USAID colaboró con el Departamento de Defensa (el Pentágono) y el Departamento de Estado en un esquema en Cúcuta, Colombia, en la frontera con Venezuela
USAID trabajó mano a mano con los líderes golpistas venezolanos, muchos de los cuales se hicieron pasar por los llamados trabajadores humanitarios. El 23 de febrero, intentaron provocar en la frontera colombiana una operación de “falsa bandera” para culpar a Venezuela del ataque de un convoy con supuesta ayuda humanitaria estadounidense destinada al país bolivariano.
De inmediato, las auténticas organizaciones de movimientos humanitarios, como la Cruz Roja Internacional y la ONU, salieron a denunciar públicamente la participación de USAID en esta acción de “falso positivo” al indicar que dicha “asistencia” estadounidense no se trata en absoluto de una ayuda humanitaria, sino que está politizada por Washington.
En su declaración de diciembre divulgada en un comunicado, USAID afirmó: “No se proporcionan fondos directamente a los miembros elegidos de la Asamblea Nacional (AN), los funcionarios de alto nivel del gobierno interino de Guaidó, los embajadores ni al propio presidente interino”.
Pero al mismo tiempo, en la nota, la agencia reconoció: “USAID está proporcionando compensación, costos de viaje y otros gastos para algunos asesores técnicos de la Asamblea Nacional y el gobierno interino de Guaidó a través de fondos de asistencia”.
El artículo periodístico resalta que ya en octubre, The Grayzone, destapó que los contribuyentes estadounidenses han estado costeando con sus impuestos los gastos de los golpistas venezolanos por medio de varios lotes a través de USAID, en concreto, este ente transfirió 98 millones de dólares al gobierno interino de Guaido, bajo el programa de asistencia asignada a Venezuela.
A mediados de julio, el diario estadounidense Los Ángeles Times divulgó un documento clasificado del Gobierno norteamericano en el que se mostraba que aproximadamente 42 millones de dólares de esa financiación para los golpistas se tomó del presupuesto que originalmente se había proporcionado al programa de asistencia a los migrantes centroamericanos.
Norton sostiene que el plan original de USAID, respaldado por Washington, era utilizar el “dinero de ayuda” para sobornar a los efectivos venezolanos con el objetivo de que traicionaran a Maduro con un pronunciamiento militar en su contra. Sin embargo, el periodista enfatiza que los altos miembros del gobierno interino de Guaidó, la mayoría de su partido Voluntad Popular, utilizaron estas sumas de dinero para vivir en Colombia, alojándose en hoteles elegantes y comprando artículos de lujo y de diseño.
Ante este fraudulento uso de dinero destinado a derrocar a Maduro, Guaidó no tuvo más remedio que salir a reconocer la existencia de la red corruptiva entre las filas de los compañeros golpistas que se encuentran en “exilio” en Colombia.
Pese al reconocimiento público de Guaidó de la referida corrupción, este hecho no impidió a que USAID le siguiera entregando más asignaciones monetarias para que cumpliera con su objetivo de derrotar a Maduro.
En septiembre, el director de USAID, Mark Green, anunció la entrega de 52 millones de dólares adicionales en la llamada “asistencia para el desarrollo” del gobierno golpista de Guaidó, que no controla activos reales dentro de Venezuela.
Además de participar directamente en los esfuerzos para un cambio de “régimen” y financiar a los grupos opositores de Maduro, USAID ha intentado demonizar a Venezuela de crear “el mayor desplazamiento externo en la historia del hemisferio occidental”.
Es imposible obtener una estimación precisa del número de venezolanos desplazados en la crisis alimentada por Estados Unidos. Las fuentes del Gobierno venezolano dijeron a The Grayzone que la mayoría de las cifras que hacen eco la Administración Trump y los medios de comunicación corporativos de EE.UU. son muy exageradas, pero que millones de venezolanos, alrededor de 3 millones, han tenido que desplazarse debido al conflicto.
La crisis que vive Venezuela ha sido indudablemente alimentada por el bloqueo de Washington a la economía venezolana y los intentos implacables de derrocar a su Gobierno legítimo, determina el articulista.
Sin embargo, añade que el mayor desplazamiento externo en la historia moderna del hemisferio occidental se produjo no en Venezuela, sino en su vecina Colombia, donde un gobierno derechista brutalmente represivo, respaldado hasta la empuñadura por Washington, ha librado décadas de guerra interna contra los grupos insurgentes de izquierda.
Millones de colombianos han sido desplazados debido a esta guerra respaldada por Estados Unidos, que todavía está en curso, explica Norton para agregar que 7,7 millones de personas internamente fueron desplazadas en Colombia en 2017, según las Naciones Unidas