El presidente de EE.UU., Donald Trump, subestimó el apoyo de Rusia y Cuba, así como sus propios aliados, cuando trataba de derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela.
Donald Trump, desde su llegada a la Presidencia de Estados Unidos en 2017, sigue con una política dura de presiones —que incluye sanciones y amenazas militares— contra Venezuela, con el fin de sacar del poder a su mandatario legítimo, Nicolás Maduro.
En enero de 2018 y en medio de la crisis política que atravesaba Venezuela, el opositor Juan Guaidó llegó a autoproclamarse como “presidente interino”. Más tarde surgieron filtraciones que indicaban que Guaidó era el producto de un proyecto de una década supervisada por entrenadores de élite de Washington para cambios de gobiernos.
Sin embargo, pese a todas esas conspiraciones, Trump está frustrado porque no solo el líder venezolano no ha sido destituido del poder, sino que la oposición venezolana está en desorden y perdiendo apoyo popular, pese al respaldo estratégico y financiero que recibe del país norteamericano.
El diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) publicó el lunes un artículo en el que atribuyó parte de la derrota de Trump en Venezuela al apoyo que recibe Maduro de Rusia y Cuba, así como los propios aliados de EE.UU., como Turquía, La India y Emiratos Árabes Unidos (EAU).
“Subestimamos la importancia del apoyo de Cuba y Rusia” a Venezuela, dijo el enviado estadounidense Elliott Abrams para el país suramericano, quien confirmó que “el papel de Rusia en la economía, particularmente en la economía del petróleo, es cada vez más grande”.
Con la ayuda de Rusia, la producción de petróleo venezolano podría volver a un millón de barriles por día desde un mínimo de 650 000 a 700 000 barriles, dijo en diciembre Rapidan Energy Group, una firma consultora de riesgo geopolítico.
Conforme al diario estadounidense, pese a estar indignado por ese respaldo de Rusia a Maduro, Washington no ha puesto a empresas rusas en la lista negra de empresas o individuos sospechosos de eludir las sanciones antivenezolanas, por temor a ver otros intereses suyos en peligro.
La nota indica que los intentos de Trump para generar un cambio de régimen en Venezuela enfrentaron un obstáculo después de una reunión el año pasado con funcionarios rusos en Roma, Italia.
Tras el encuentro, los representantes de los dos países dijeron que Washington y Moscú permanecían muy distanciados en cuanto al tema de la crisis política venezolana.
Efectivamente, Elliott Abrams esperaba poder persuadir a Rusia de que retirara su apoyo a Maduro y reconociera a Guaidó, mientras el vicecanciller ruso, Serguéi Riabkov, exigió a Estados Unidos que se retirara de las amenazas militares y levantara las sanciones económicas contra la nación bolivariana.
El Gobierno de Trump “no previó que Rusia lidere el camino para que otros países eluden las sanciones”, precisó WSJ, mencionando la venta continua de oro y petróleo por parte de Venezuela a otros países, lo que ha ayudado a Caracas hacer frente a las presiones económicas en su contra.
The WJS, del mismo modo, señala que el tema de Venezuela ha pasado a segundo plano para Trump, debido al proceso de juicio político (impeachment) en su contra y las últimas circunstancias en la región del Oriente Medio que involucran a EE.UU.
Maduro sigue reforzando su posición y actualmente, contando con el apoyo popular, busca recuperar la Asamblea Nacional (AN), que de momento es controlada por la oposición.
Un reciente sondeo señala que el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) continúa siendo el más popular del país y la oposición solo cuenta con el 14 % de apoyo del pueblo.
De hecho, los distintos sectores de la oposición venezolana están divididos, especialmente desde las acusaciones cruzadas en el Legislativo sobre casos de corrupción en la gestión de fondos enviados desde EE.UU. para una supuesta ayuda humanitaria.
La derrota de Guaidó sería una vergüenza para EE.UU. después de que este país reuniese a más de 60 naciones para respaldar al líder opositor.