Un estudio publicado en Geophysical Research Letters reveló que el fondo del océano está burbujeando como champán a 60 metros de profundidad, con grandes cantidades de dióxido de carbono provenientes de algún tipo de fuente geológica.
La región, llamada Soda Springs debido a las emisiones de CO2, está muy cerca de un próspero sistema de arrecifes de coral, lo que significa que el sitio podría ser útil para estudiar cómo los ecosistemas marinos se adaptan al cambio climático.
«Estos entornos con alto contenido de CO2 que en realidad están cerca de arrecifes prósperos, ¿cómo funciona?» dijo el geocientífico Bayani Cárdenas de la Universidad de Texas en Austin. «La vida sigue prosperando allí, pero quizás no del tipo al que estamos acostumbrados. Necesitan ser estudiados».
El sitio fue descubierto por Cárdenas y su equipo, que estaban buceando en el área para tratar de estudiar los efectos del agua subterránea de las islas cercanas en los ecosistemas oceánicos. El evento geológico que causó las emisiones se reveló como un volcán cercano, que se ventila a través de grietas en el fondo del océano.
«Es realmente una gran parte del océano que queda sin explorar porque es demasiado poco profunda para los vehículos operados a distancia y es demasiado profunda para los buzos regulares», explicó.
Soda Springs podría ser la concentración más alta de dióxido de carbono que se haya encontrado en la naturaleza, ya que las mediciones muestran concentraciones entre 60,000 y 95,000 partes por millón, cuyo extremo superior es hasta 200 veces mayor que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono. El equipo dijo que el sitio tiene potencial para estudiar la forma en que la vida marina se adapta a niveles más altos de CO2. Los investigadores buscaron un isótopo radiactivo de radón que se encuentra en las aguas subterráneas locales, pero no en el agua de mar, y encontraron puntos calientes que filtran las aguas subterráneas en el océano a lo largo de la costa de la isla que estaban estudiando.
«Es un flujo invisible de agua desde la tierra hasta el océano. Y es difícil de cuantificar. No es como un río donde tienes un delta y puedes medirlo», dijo Cárdenas. «Este [estudio] realmente amplía nuestro conocimiento sobre lo que sucede en estos entornos y ha demostrado que estos respiraderos pueden cambiar la química del agua de mar en grandes áreas».