La policía de Alemania se queja de que hay «muy pocos centros de detención para inmigrantes» en el país


A raíz de la crisis migratoria de 2015 que ha provocado tensiones entre las filas de la coalición gobernante, las autoridades alemanas han hecho todo lo posible para abordar el problema mediante la creación de instalaciones especiales de detención para procesar de manera efectiva las deportaciones de solicitantes de asilo rechazados.

El jefe de la policía federal, Dieter Romann, argumentó que las deportaciones de inmigrantes ilegales no se pueden cumplir adecuadamente debido a la falta de instalaciones previas a la deportación.

En declaraciones al grupo de medios Funke de Alemania, lamentó que el país, que conserva el primer lugar en el número de solicitudes de asilo en toda la UE, «tiene muy pocos centros de detención».

Además, especificó que para los 248,000 extranjeros que deben ser deportados, solo hay 577 centros de deportación para alojarlos temporalmente y luego procesar su deportación. La escasez ha sido citada por las autoridades locales como la razón por la cual a 119,000 de ellos finalmente se les ha otorgado un permiso para quedarse.

De enero a octubre de 2019, las autoridades registraron un total de 20,996 deportaciones, 1,000 menos que en el mismo período del año pasado, según Funke. Se cree que la caída en el número total de deportaciones tiene que ver con que menos personas crucen ilegalmente a Alemania en los últimos tiempos: aproximadamente 32,945 personas en 2019 en comparación con 38,580 el año pasado.
Las deportaciones son llevadas a cabo esencialmente por estados alemanes separados, pero la policía federal acompaña los vuelos que llevan a los solicitantes de asilo rechazados a terceros países. A principios de este mes, los agentes de policía alemanes informaron que sentían la tensión de las deportaciones, ya que los departamentos de aplicación de la ley tuvieron que aumentar significativamente la cantidad de oficiales que acompañan a los vuelos mencionados. Se informa que el número total de ellos se duplicó en solo cuatro años.

En 2015, Alemania acogió a más de un millón de refugiados en medio de la crisis migratoria europea como parte de lo que la canciller Angela Merkel llamó una «política de puertas abiertas». Desde entonces, múltiples informes han atribuido la responsabilidad de asesinatos graves (que resultaron en los notorios disturbios de Chemnitz) y los incidentes de abuso sexual a inmigrantes y solicitantes de asilo que viven en Alemania, generando una protesta pública por la política de inmigración de Merkel y causando severas divisiones en su gobierno de coalición.

En 2018, Berlín trató de evitar la crisis migratoria, con el Ministerio del Interior alemán estableciendo «centros de transferencia» y «centros de anclaje» para retener y procesar a los migrantes que habían llegado ilegalmente al país.

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