La agresividad del actual gobierno de Estados Unidos amenaza con revertir el proceso de acercamiento con Cuba, iniciado hace hoy cinco años con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
El 17 de diciembre de 2014, los entonces presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, hicieron el histórico anuncio después de más de medio siglo de ausencia de vínculos.
Un reconocimiento a juicio de no pocos analistas- a la resistencia y lucha del pueblo de la isla, que se mantuvo firme bajo la dirección de su liderazgo, en la defensa de su soberanía y sus conquistas.
En ese instante quedó claro que si bien se abría un nuevo camino con el restablecimiento de relaciones, otra cosa era la normalización de las relaciones, que no sería posible con la vigencia del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto a la nación caribeña por casi seis décadas.
El cerco, que califica como el más largo que haya sufrido país alguno en la historia, es rechazado de forma mayoritaria por la comunidad internacional.
Incluso, dentro del propio Estados Unidos, los sondeos de opinión reflejan que gran parte de su población se muestra favorable a la existencia de las relaciones diplomáticas y a la eliminación del bloqueo.
No obstante, pese al acercamiento, durante los mandatos de Obama (2009-2017) el bloqueo siguió intacto.
Datos oficiales arrojan que el demócrata dictó 56 multas por violaciones a las medidas restrictivas de Washington valoradas en 14 mil 272 millones 985 mil 610 dólares.
Cinco años después de aquel 17 de diciembre, el bloqueo presenta síntomas evidentes de un recrudecimiento con el gobierno del republicano Donald Trump, quien en mayo pasado activó el capítulo III de la controvertida Ley Helms-Burton.
Como han denunciado las autoridades de La Habana, la Helms-Burton, que fue aprobada por el Congreso estadounidense en 1996, remarca la extraterritorialidad del cerco contra los cubanos.
Sin dudas, Trump ha impuesto escollos adicionales al comercio exterior e incrementado la persecución a todas las relaciones bancario-financieras de Cuba con el resto del mundo y ha limitado en extremo los viajes y cualquier interacción entre los pueblos de las dos naciones.
La congresista demócrata por Florida, Kathy Castor en su momento escribió en la red social Twitter que ‘Trump continúa lastimando a las familias cubanas/estadounidenses con sus políticas duras e inhumanas’.
No es de extrañar. Desde la llegada a la Casa Blanca del magnate inmobiliario, los vínculos bilaterales recibieron un ‘balde de agua fría’ al punto de encontrarse en un nivel muy bajo, afirmó el director general para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío.
Para el funcionario, la administración Trump no tiene la voluntad política de construir una relación pacífica y respetuosa con Cuba, por lo que ante un posible, aunque no deseado, escenario de rompimiento de las relaciones diplomáticas la isla está preparada.
‘Durante años no tuvimos relaciones con Estados Unidos y aquí nadie perdió el sueño’, recordó Fernández de Cossío.
Previo al restablecimiento de las relaciones rotas unilateralmente por el presidente Dwight Eisenhower en enero de 1961-Obama admitió de forma pública el fracaso de la política de hostilidad y bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba.
El gobernante demócrata trató de dar cauce a una versión renovada de una misma política que ofreciera mayores posibilidades de lograr los objetivos de desmantelar el orden social y económico libre y soberanamente elegido por los cubanos.
Su subsecretaria del Departamento de Estado, Roberta Jacobson, fue clara: la táctica hacia Cuba cambia pero la estrategia se mantiene. Y eso sigue en pie.