La doble cara de Sebastián Pinera: Chile entre el diálogo y la represión


El gobierno de Chile parece nadar hoy entre dos aguas, pues mientras convida a dialogar al movimiento social, el presidente insiste en enfrentar a un enemigo ‘poderoso e implacable’.

La víspera el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, recibió en el palacio de La Moneda a una representación sindical de la Mesa de Unidad Nacional, en el primer encuentro directo con el movimiento popular que se manifiesta en las calles desde hace ya seis semanas.

La reunión se prolongó por casi tres horas y tuvo como tema central la disposición de ambas partes de avanzar en el diálogo, y Blumel, aún sin tranzar en las propuestas de la denominada agenda social del Gobierno, prometió dar respuesta concreta al pliego de demandas de las organizaciones sociales.

Incluso valoró este primer contacto como positivo y sincero, mientras que Bárbara Figueroa, presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores, una de los participantes en la reunión por la Unidad Social, consideró que aunque el ministro no ofreció respuestas concretas, al menos mostró voluntad.

Sin embargo, casi a la misma hora el presidente Sebastián Piñera asistía a una ceremonia de graduación de efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI), en la que reiteró que el país está ante un ‘enemigo poderoso e implacable’.

Esa idea ya había sido planteada por él cuando al principio de la revuelta social aseguró que el país estaba en ‘guerra’, lo que generó duras críticas desde todos los flancos.

Señaló, además, que la legislación ‘para combatir a los encapuchados, a los saqueadores, a los vándalos, a los que hacen barricadas, no es suficiente’, e insistió en la necesidad de leyes más severas y de darle más atribuciones a las fuerzas de Orden y Seguridad.

Una de sus iniciativas más recientes en esa dirección fue la de proponer al Congreso una ley que permita a las Fuerzas Armadas salir a las calles para ‘colaborar’ con el cuerpo de Carabineros en la salvaguarda de instalaciones estratégicas como las de generación de electricidad, comunicaciones, agua potable, transportes y otras.

Finalmente llamó a los recién graduados a combatir ‘esa delincuencia sin límite que también involucra el narcotráfico, movimientos anárquicos y muchos otros’.

Ese último término, por ser tan general, ha llevado a analistas a preguntarse sin comprende también al movimiento social que se manifiesta en las calles con reclamos que el presidente ha considerado justos, pero que es sistemáticamente reprimido por las fuerzas policiales.

Represión que, en contraste, resulta tardía o nula en numerosas ocasiones, cuando se trata de poner freno a los saqueos de los que se aprovechan la delincuencia y el lumpen ajenos a las protestas populares.

Por si fuera poco lo expresado por Piñera, más tarde el ministro de Defensa, Alberto Espina, entrevistado por una televisora local aseguró que ‘las Fuerzas Armadas están preparadas si es necesario decretar (el) Estado de Emergencia’.

Y puntualizó que ‘sacar a los militares a la calle al control del orden público, es una decisión que significa limitar las libertades de las personas. Sobre todo una decisión compleja y difícil. Pero si es necesario, el presidente lo va a hacer’.

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