El mandatario boliviano lamentó ver el sufrimiento de las familias que han perdido a un ser querido por las violentas represiones que promueve el Gobierno de facto.
El presidente legítimo de Bolivia, Evo Morales, reafirmó este martes que «la lucha no termina acá», tras el golpe de Estado ejecutado el pasado 10 de noviembre y la instauración de un Gobierno de facto en la nación suramericana.
Durante un encuentro con estudiantes del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural Interculturalidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (PUIC-UNAM), el mandatario participó junto al vicepresidente Álvaro García Linera y la ministra de Salud, Gabriela Montaño.
«Duele (ver) tantas familias perdidas y cómo están destrozando lo que hemos construido (en su gestión) para una liberación económica», dijo al lamentar el fallecimiento de más de 30 personas, así como las decenas de heridos, por las fuertes represiones que realizan la Policía y el Ejército.
Morales recordó que, cuando asumió la Presidencia, Bolivia presentaba un alto índice de extrema pobreza, los servicios básicos estaban casi completamente privatizados y el desarrollo económico no era tan avanzado, por lo que la mayoría de la población no tenía poder adquisitivo.
En su intervención, recordó que el Producto Interno Bruto (PBI) del país era de 9.000 millones de dólares cuando ganó las elecciones por primera vez, y a la fecha, superó los 49.000 millones de dólares, lo que permitió una mejor redistribución de la riqueza para garantizar los derechos de los bolivianos.
«De los 13 años de Gobierno que estuvimos, Bolivia estuvo seis años de primero en crecimiento económico» en la región, aseveró el presidente.
Además, reiteró que las renuncias presentadas por su Gabinete se debió a presiones, ya que amenazaban con lastimar la vida de sus familiares o seres queridos, así como la suya fue para detener la violencia por parte de sectores opositores, pero las agresiones continuaron.
El Ejecutivo denunció los intereses neoliberales de los actores políticos que lideraron el golpe de Estado, quienes no representan el movimiento indígena y están sometidos a las políticas del Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.). «La derecha no perdona», acotó.