El nuevo “gobierno interino” boliviano carece de legitimidad, dicen los analistas políticos argentinos Valeria Rodríguez y Carlos Pereyra Mele, al tiempo que describen posibles escenarios de cómo podría desarrollarse la crisis política en el país andino.
El derrocamiento del ex presidente boliviano Evo Morales y la creación de un «gobierno interino» por parte de la oposición no han puesto fin a la agitación en el país, ya que los manifestantes pro Morales se embarcaron en una marcha a La Paz el viernes para exigir la renuncia de autoproclamada “presidenta” Jeanine Añez.
El 12 de noviembre, Añez anunció que estaría al frente hasta nuevas elecciones que, de acuerdo con la Constitución boliviana, un presidente interino debe organizar dentro de 90 días.
Al día siguiente, el gabinete de transición asumió el cargo, lo que provocó más controversia, ya que no incluía a un solo líder indígena, a pesar de que aproximadamente el 62,2 por ciento de la población boliviana pertenecía a grupos indígenas.
En un aparente intento de calmar las tensiones, el Senado de Bolivia declaró el 15 de noviembre que Mónica Eva Copa Murga, legisladora del partido Movimiento hacia el Socialismo (MAS) del partido de Morales, había sido elegida para convertirse en la nueva presidenta de la Cámara de Representantes.
Mientras tanto, han surgido informes de que las milicias de derecha están quemando la bandera indígena Whipala del país, que fue establecida junto con la bandera roja, amarilla y verde anterior como símbolos nacionales de Bolivia por Morales.
Como informó el 13 de noviembre la colaboradora de The Nation en Bolivia, Jacquelyn Kovarik, la creciente reacción anti-indígena ha provocado temores de profundizar las divisiones étnicas y evocó recuerdos del enfrentamiento de 2003 entre los grupos étnicos indígenas bolivianos y el ejército nacional que dejó a más de 60 ciudadanos aymaras muertos.
La inestabilidad continúa creciendo, la guerra civil no se puede descartar
Valeria Rodríguez, analista de asuntos internacionales y co-anfitrióna del programa «Feas, Sucias y Malas» de Radio Gráfica, Buenos Aires, Argentina, prevé la continuación de la crisis política en Bolivia, diciendo que el actual gobierno interino es ilegítimo ya que la renuncia de Morales aún no ha sido aprobada por la Asamblea Legislativa Plurinacional del país.
«Evo va a México, donde López Obrador, quien es un representante del Grupo del Puebla, dijo que lo que sucede en Bolivia es realmente un golpe de estado», dice. «La autoproclamación de presidenta no es legal y existe una violación de uno de los puntos principales de la Constitución boliviana que requiere la renuncia ante la Asamblea».
En declaraciones a El Universal, un importante periódico mexicano, el 14 de noviembre, Morales dijo que si la Asamblea Legislativa no acepta su carta, regresará a Bolivia.
Según Rodríguez, «Evo Morales, junto con López Obrador, puede considerar alguna estrategia, una denuncia ante el Tribunal de La Haya o una denuncia pública que demuestre que se trata de un golpe de estado».
La analista sugiere que la oposición tratará de «legitimar al gobierno de la autoproclamado “presidenta” Jeanine Añez».
Rodríguez presume que uno puede esperar que las nuevas elecciones bolivianas sean «sesgadas, pasando el poder a la derecha, violando la Constitución, quitando los derechos de los pueblos indígenas, de los más pobres y terminando en un gobierno similar o mucho peor que el de Mauricio Macri en Argentina».
Ella no descarta que estos desarrollos puedan allanar el camino para una guerra civil en el país andino, junto con la intervención de Estados Unidos y la formación de un régimen pro-Washington. Citando audios filtrados de presuntos líderes de la oposición, Rodríguez enfatiza el papel de ciertos políticos estadounidenses en un esfuerzo por deslegitimar a Evo Morales.
Mucho depende de la situación política en los estados vecinos de Bolivia
Carlos Pereyra Mele, un analista político argentino, profesor y director del Dossier Geopolítico, se hace eco de la postura de Rodríguez con respecto a la ilegitimidad del cambio de régimen boliviano.
«Cada hora surge más información que muestra que no hubo ‘espontaneidad’ en la rebelión, que los grupos violentos llevaron a cabo una acción coordinada con otros círculos políticos, económicos y policiales afectados por los programas del gobierno del presidente Morales», destaca Mele. «Toda esta coordinación es evidente que contó con el apoyo extranjero y durante todos los mandatos de Morales la Embajada de los Estados Unidos en Bolivia fue una estructura que se proporcionó para apoyar decisivamente a la ‘oposición’ boliviana».
Según Mele, la «fuerte relación del alto mando militar y policial boliviano con la estructura militar del Pentágono» contribuyó en gran medida al éxito del golpe. Hay informes que afirman que al menos seis de los conspiradores militares clave son ex alumnos de la Escuela de las Américas, con sede en los Estados Unidos, actualmente conocida como el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (WHINSEC).
«Estados Unidos necesita tener a Iberoamérica alineada bajo su mando para poder resistir el avance de las potencias euroasiáticas en el continente sudamericano y así negociar cuotas globales de poder con China y Rusia a nivel mundial», explica el analista político argentino.
Él imagina que Bolivia podría verse obligada a adoptar programas económicos y políticos de Estados Unidos como otros gobiernos sudamericanos que se han sometido previamente a la presión de Washington.
Según Mele, el nuevo liderazgo boliviano puede «restablecer el viejo modelo de exclusión de las mayorías indígenas de la participación política y los partidos tradicionales [y] volver a los esquemas sociopolíticos anteriores a Evo Morales con algunas concesiones cosméticas».
Por otro lado, «también tenemos un final abierto, [ya que] será muy difícil instalar un gobierno ‘dócil’ en los Estados Unidos después de una década del partido MAS en el poder», sugiere el analista.
«También tenemos que esperar para ver cómo se desarrollan otros conflictos regionales porque Bolivia, debido a su confinamiento geográfico, también sufre las consecuencias de los cambios en los países vecinos. El capítulo de Chile no está cerrado, hay un cambio de posición política en Argentina y el gobierno de Bolsonaro [en Brasil] también puede sufrir una ola de crisis política social. Todos los escenarios son fluidos y abiertos y seguramente tendrán un impacto en Bolivia», subraya Mele.