Una jornada de elecciones cívicas, tranquilas, democráticas, incertidumbre posterior por acusaciones infundadas de la oposición; así como el triunfo definitivo del candidato Evo Morales marcaron en Bolivia la semana que hoy finaliza.
Las votaciones para elegir a las principales autoridades gubernamentales comenzaron el sábado con la concurrencia a las urnas, por la diferencia horaria, de los residentes en Asia; y el domingo la presidenta del Órgano Electoral, María Eugenia Choque, subrayó que el único beneficiario del proceso sería el pueblo.
La alta funcionaria intervino en acto de inicio del sufragio desde La Paz, en presencia del vicepresidente Álvaro García Linera, ejecutivos electorales, observadores internacionales y una amplia representación del cuerpo diplomático acreditado en el país.
Choque destacó la confiabilidad del sistema electoral boliviano con la participación directa de los ciudadanos en un proceso que se desarrolla cumpliendo las normas nacionales e internacionales.
Morales, por su parte, al ejercer su derecho en la ciudad de Cochabamba, departamento del mismo nombre, en el centro de la nación, afirmó ser optimista y tener confianza en la democracia.
El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, calificó el día de muy importante para el país y destacó la estabilidad y democracia sólida que vive Bolivia por primera vez en su historia, en los últimos 13 años del actual Gobierno.
Casi al cierre, el comandante general de la Policía, Yuri Calderón, aseguró que el proceso comicial transcurría con absoluta tranquilidad, sin incidentes ni señales de marchas o protestas.
Sin embargo, al caer la noche con la primera información, preliminar, del Tribunal Supremo Electoral (TSE) se hizo realidad la alerta de planes de un golpe de Estado con participación de Estados Unidos, formulada antes por el mandatario boliviano.
También, el sociólogo y editor de la revista de análisis político La Migraña Juan Carlos Pinto había advertido a Prensa Latina, y a través de esta a la opinión pública, que la oposición jugaba en dos tableros: el de participar en las elecciones y desconocer los resultados en su momento.
De acuerdo con el ex director del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático, la idea central promovida desde la Casa Blanca era desconocer al TSE y generar un clima de ingobernabilidad, en su intento por frenar gobiernos progresistas, contrarios a su potestad imperial.
Así, los afines al neoliberalismo, encabezados primeramente por el aspirante de Comunidad Ciudadana Carlos Mesa, trataron de crear la sensación en los bolivianos de que era un hecho el balotaje (segunda vuelta), sino fraude, a pesar de darse solo el 83,76 por ciento de las actas registradas.
El líder indígena se vio precisado a dirigir unas palabras desde el Palacio Quemado (antigua sede del Ejecutivo) a su militancia y a todo el territorio, a los cuales expresó su confianza en que el voto rural decidiría la victoria y recordó lo ocurrido durante su primera candidatura en 2002.
‘Nosotros confiamos en que la ciudadanía no va a aceptar esta votación, este resultado que está totalmente tergiversado y amañado’, sostenía en lo sucesivo Mesa; mientras ministros invitaban a acompañar el conteo del TSE y la Coordinadora Departamental por el Cambio (Codelcam) pedía respeto al voto del área rural.
Ante las acciones violentas, racistas y antidemocráticas de la derecha, la Central Obrera (COB) y la propia Conalcam emitieron un pronunciamiento, se declararon en emergencia, más el titular de Gobierno, Carlos Romero, responsabilizó a Mesa por las consecuencias de su convocatoria contra personas, instituciones y bienes.
De un lado entonces la defensa del voto, el desmontaje de las mentiras, la cruzada contra las informaciones falsas en las redes sociales; del otro, generación de caos para destruir el país.
Hasta que el cómputo final ratificó la victoria de Evo Morales y la presidenta del TSE, María Eugenia Choque, dejó abierto su ente a auditorías de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea, otras organizaciones internacionales y las políticas.