Las instalaciones petroleras pertenecientes a Saudi Aramco fueron atacadas a mediados de septiembre, lo que resultó en una fuerte disminución temporal en la producción de petróleo del reino. El movimiento rebelde Houthi de Yemen se atribuyó la responsabilidad del ataque. Riad culpó del incidente a Irán, que, por su parte, negó las acusaciones.
El ministro de Estado de Arabia Saudita, Adel al-Jubeir, dijo que una política de apaciguamiento no funcionaría con Irán y que la única forma de llevar a Teherán a la mesa de negociaciones era presionando al máximo, según el periódico Liberation.
Agregó que está cerca un acuerdo entre el gobierno yemení y los rebeldes.
El 14 de septiembre, varios drones atacaron las instalaciones de procesamiento de petróleo de Abqaiq y Khurais de Saudi Aramco, reduciendo a la mitad la producción neta diaria de petróleo de Riad y llevando a la suspensión de la producción de unos 5,7 millones de barriles de petróleo por día.
Aunque la milicia hutí de Yemen se atribuyó repetidamente la responsabilidad de los ataques y advirtió sobre nuevos ataques a menos que Riad termine su campaña militar en Yemen, Washington y Riad han culpado a Irán. Teherán ha negado cualquier participación en el incidente y acusó a los Estados Unidos y sus aliados de cambiar de una política de «máxima presión» a una de «máximo engaño».
Una serie de ataques inexplicables contra barcos en las instalaciones petroleras del Golfo y Arabia Saudita entre mayo y septiembre aumentaron las tensiones ya en ebullición entre los Estados Unidos y su principal aliado regional, Arabia Saudita, por un lado, e Irán, por el otro lado.