El ejército chileno ha declarado otro toque de queda mientras lucha por contener la violencia que fue provocada por los aumentos de tarifas de transporte en Santiago, pero desde entonces se ha extendido más allá de la capital, alimentada por la indignación por la desigualdad social.
Para evitar el saqueo y los ataques incendiarios, miles de tropas armadas han estado patrullando la capital durante el fin de semana, bajo el estado de emergencia introducido en Chile por primera vez desde la dictadura militar de Augusto Pinochet. Luego de otro día de enfrentamientos con los manifestantes, el general a cargo de la seguridad en Santiago anunció una extensión del toque de queda hasta las 6 de la mañana del lunes.
«Esta no es una acción contra los ciudadanos, no son restricciones por el bien de las restricciones», dijo el general Javier Iturriaga del Campo.
Hacemos esto para proteger la vida de las personas.
En una declaración televisada por la noche desde un cuartel general del ejército en Santiago, el presidente Sebastián Piñera dijo que los disturbios tenían «un grado de organización, logística, típico de una organización criminal» e instó a los chilenos a «unirse en esta batalla contra la violencia y la delincuencia». »
Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin límites.
Multitudes de manifestantes enojados han estado incendiando autobuses y estaciones de metro, así como saqueando tiendas y destruyendo propiedades públicas, desde el viernes. Las autoridades informaron sobre 100 «incidentes graves» en los que cerca de 1,500 personas fueron arrestadas en todo el país el domingo, incluidas 614 solo en Santiago.
El estado de emergencia ahora se ha extendido a cinco ciudades más además de Santiago, y más de 9,000 soldados armados están desplegados en las calles. Al defender la dura respuesta del gobierno a la crisis, Piñera declaró:
La democracia no solo tiene el derecho, tiene la obligación de defenderse usando todos los instrumentos que la democracia misma proporciona, y el estado de derecho para combatir a aquellos que quieran destruirla.
En un intento por calmar la crisis, Piñera revirtió apresuradamente el contencioso aumento de las tarifas de transporte, pero no fue suficiente, ya que un descontento público más amplio sobre las políticas económicas del gobierno y la creciente desigualdad social parece haber llegado a su punto de inflexión.
Chile enfrenta el peor malestar en décadas en medio de la celebración de reuniones de Cooperación Económica Asia-Pacífico durante todo un año, y justo cuando Santiago se prepara para saludar al presidente ruso Vladimir Putin, al presidente estadounidense Donald Trump y a otros líderes mundiales el próximo mes.