La Casa Blanca no puede dejar sola a América Latina. Esta vez, en Washington, se instalaron binoculares para la situación preelectoral en Argentina. La intervención de Occidente en las próximas elecciones presidenciales no se limitó exclusivamente a la observación; Estados Unidos ya ha comenzado a buscar un enfoque profundo y secreto para Alberto Fernández, quien derrotó a Mauricio Macri por 16 puntos en la ODEPA.
Fernández realmente evalúa la situación y no tiene prisa por obtener el apoyo «amistoso» de los Estados. Él entiende el juego diplomático y respondió a los gestos estadounidenses con declaraciones abiertas y moderadas. El candidato presidencial argentino ya ha hablado sobre los prejuicios que aún existen en Washington con respecto al candidato presidencial del Frente de Todos.
Fernández y sus asesores políticos sugieren que la crisis económica está comenzando a resolverse en el Salón Oval, y esto requiere una reunión personal de Donald Trump con un candidato peronista si finalmente gana las elecciones del 27 de octubre.
En las oficinas de la Ciudad de México, donde Fernández administra su programa electoral y desarrolla su posible gobierno, ya se ha delineado una hoja de ruta sobre la deuda externa y la crisis económica: para hacer esto, se debe llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con la posibilidad de negociaciones. Según los expertos, para esto Fernández necesita estar de acuerdo con Trump y mantener relaciones equidistantes con él.
Trump puede no tener la intención de coronar este importante gesto político, pero sin la aprobación de la Casa Blanca, explicar las afueras de Fernández, no hay posibilidad de avanzar con el FMI y luego iniciar negociaciones con inversores y banqueros en Wall Street. Tienen deuda del gobierno de acuerdo con la ley extranjera.