El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció su intención de salirse por completo de la denominada Iniciativa Mérida, creada en 2007 por los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Felipe Calderón, de México, bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas.
Alberto Anaya, profesor, analista, coordinador nacional del Partido del Trabajo que integra la coalición que llevó al gobierno a López Obrador, analiza en entrevista exclusiva con Prensa Latina la trascendencia otorgada al paso anunciado por el mandatario.
Asimismo denuncia lo que significa para México y el resto de América esa geoestrategia que en 12 años de existencia no dio el más mínimo resultado en la batalla contra el narcotráfico.
En realidad, dijo el veterano dirigente político mexicano, la Iniciativa Mérida es un proyecto intervencionista de Estados Unidos, injerencista, de penetración en el país y en Centroamérica, que servía a fines políticos y militares de los vecinos del norte, justificado con el pretexto del combate al narcotráfico.
Sin embargo, en este último sentido se quedó sin tener resultados, por el contrario, se mantuvo el tráfico ilícito de drogas y se intensificó más la violencia en México mientras que el crimen organizado llegó en un momento determinado a convertirse en un narcoestado, en un narcogobierno.
Se introdujo en toda la estructura administrativa y jurídica, infiltró los poderes incluido el Judicial, a todos los niveles, y creó sus corredores para preservar y desarrollar sus intereses en los lugares que les hiciera falta.
Infiltraron las gobernaciones y gobernadores de los estados, autoridades municipales y en muchos lugares hasta manejaron las comandancias del ejército y la policía, de manera que hay una simbiosis entre el poder, el narcotráfico y el crimen organizado muy difícil de romper.
Avanzaron mucho y llegaron a tener el apoyo de los comandantes de las fuerzas castrenses, por eso se encuentra que muchas veces los cuerpos policiacos son partidarios de ellos.
La Iniciativa Mérida -argumentó- realmente fue un factor desestabilizador en México y si avanzó el injerencismo fue porque los gobiernos anteriores lo permitieron, siempre con el engañoso pretexto de combatir el terrorismo del crimen organizado, de la necesidad de garantizar la seguridad ciudadana, pero en realidad ha sido una historia de intervencionismo en los asuntos internos mexicanos.
Abandonar la Iniciativa Mérida como ha proclamado el presidente López Obrador, expresó, significa dejar de lado un proyecto que no funcionó para lo que teóricamente fue creado y que va al total fracaso, pero sobre todo expresa la voluntad de rescatar la soberanía, de eliminar el injerencismo aplicado con una visión que ellos llaman de defensa continental.
Estados Unidos ha estado desde hace tiempo queriendo constituir dos tipos de instituciones en el resto de América, el Comando Norte y el Comando Sur, es decir, el despliegue de sus fuerzas disfrazadas de multinacionales, el mando de las cuales, por supuesto, lo tienen los generales norteamericanos.
El propósito es que estas puedan ser usadas ante cualquier contingencia incluida alguna invasión a cualquier país de la región, y eso no se le puede permitir, expresó.
Por lo tanto, reiteró, saludamos la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador porque aparte de salirse de un proyecto que no funciona, da un paso muy importante en la recuperación de la soberanía nacional.
A una pregunta acerca de si la Iniciativa Mérida guardaba alguna relación con el Plan Colombia desde el punto de vista estratégico, el profesor respondió afirmativamente.
Consideró que los norteamericanos siempre han querido tener el control de las Américas y se basan en la Doctrina Monroe, la cual el presidente Trump ha vuelto a desempolvar al citarla recientemente al igual que su secretario de Estado, Mike Pompeo, y no es otra cosa que América para los americanos, o sea, para Estados Unidos.
Basados en esa situación siempre piensan que el continente americano debe estar subordinado a ellos, controlado por ellos, y eso no es posible. El Plan Colombia, dijo, estaba abiertamente dirigido al control geopolítico y militar y el de Mérida era su punta de lanza para buscar los mismos objetivos.
Los norteamericanos aspiran a que México participe de manera permanente tanto en el Comando Sur como en el Norte, afirmó. Han logrado violentar la Constitución al presionar una participación de México en lo que ellos llaman ejercicios militares conjuntos bajo el doble mando en pinzas del Comando Norte para el combate a las drogas en la transfrontera, y del Comando Sur para la defensa del territorio mexicano.
Está claro en la Constitución de este país que eso no se puede hacer. Las fuerzas armadas no pueden participar en ese tipo de acciones y en el momento que se haga se está violentando la Constitución porque ya esas fuerzas nacionales no van a estar al mando del presidente de la República de México, sino del Secretario de Defensa de Estados Unidos. Es decir, vamos a estar dependiendo de los generales norteamericanos, quienes van a estar aplicando su estrategia de control de la región, que abarca la Iniciativa Mérida.
¿Esta insistencia de Estados Unidos a que el presidente López Obrador cambie su política hacia Venezuela responde a esa geoestrategia de la Iniciativa Mérida que Trump ha mantenido también como si fuese suya?, preguntamos al profesor.
Trump, respondió, proclamó recuperar la grandeza de Estados Unidos lo cual es un pensamiento hegemónico, no solo en relación con las prioridades militares de su país sino también en cuanto al desarrollo de tecnología y en todo lo referente al control económico del mundo, incluidos los asuntos de política internacional; busca extender sus tentáculos hasta donde le sea posible porque indudablemente estamos trasponiendo un mundo unipolar y él lo sabe.
Ya se ve ahí a la propia Unión Europea que quiere constituirse en una gran bloque, como una gran nación, el caso de China que es la segunda economía mundial y cuyo poder la está llevando también a la batalla por la conquista del espacio cósmico.
Otras potencias emergentes han resurgido como países no subordinados a los centros, con su proyecto propio de nueva cuenta en esta multipolaridad de la que hemos hablado, como la India que también está en proceso de lograr un sitio en este espacio de multipolaridad.
Ya la tecnología de punta no viene de Estados Unidos, nos llega de Asia, del oriente, de China, de Taiwán, y por allá están las ciudades con tecnologías más avanzadas, como Shanghái, aunque también en Toronto, Madrid, Londres, Roma…
Es una expresión del cambio, es decir, ya no es Estados Unidos en exclusiva. Y el objetivo de Trump de regresar a aquella época de la posguerra está llamado a fracasar porque surge como una suerte de bonapartismo de derecha que sale momentáneamente con todos los poderes fácticos, corporativos, de la clase política en Washington y también de los dueños de dinero de la globalización.
Pretende que las empresas que se fueron regresen de nuevo a Estados Unidos para generar aquel progreso, el famoso estado de bienestar de la posguerra, pero ya no le será posible.
Los capitalistas, dijo, no buscan el bienestar para cualquier país ni el desarrollo de los pueblos. Ellos buscan la máxima ganancia, y la globalización ya no les va. Que todas las grandes empresas sacaran sus plantas fuera de Estados Unidos fue porque eso les permitía más ganancias que mantenerlas allá. Eso se va a mantener. Siempre va a ser más barato producir fuera de Estados Unidos.
Trump sale del control de los poderes fácticos en Estados Unidos y en el mundo, resulta el producto de un modelo neoliberal en decadencia que aplastaba a los pueblos en cualquier parte, y lo complejo es la lucha que existe en ese país por la presidencia, batalla que ya arrancó y es lo que ha detenido en algo su pretensión de dominio mediante la acción militar, como es el caso de Venezuela.
Está claro que dos millones de miembros del ejército bolivariano, aparte de millones de civiles venezolanos, es decir, las fuerzas populares, no van a ceder en una guerra de un año, o dos, o más y esa resistencia hace que a Trump no le dé tiempo para llegar a la reelección; el problema se le puede complicar más si no logra resolver el enorme déficit fiscal que tiene y eso le traerá más complicaciones y le puede repercutir electoralmente.
Pero de que tiene esa pretensión de dominar al mundo sí es cierto, y nuestra preocupación es que el pueblo norteamericano se equivoque, porque en un segundo período, ya sin interés de otra reelección, habrá muchas provocaciones, muchos actos de fuerza, conflictos, más diferencias con China, con Rusia, con países de otras partes del mundo.
Ese fenómeno, esa posibilidad la conocen los norteamericanos, saben que eso ha pasado en otras ocasiones, que así fue el inicio de la guerra en Corea el siglo pasado, y es la pretensión de Trump aunque no le ayuda al contexto mundial ni al interior de Estados Unidos.
El mundo no es unipolar como hubiera deseado, y los convenios que Venezuela sigue concretando con Rusia, con China, con Irán y otros países para diversificarse permiten ver que va a salir del bloqueo de Estados Unidos. Están preparados para ello, finalizó Anaya su reflexión.