Rusia ha denunciado que EE.UU. intenta “controlar directamente la situación política” en Venezuela.

El nombramiento de Elliott Abrams, un diplomático ligado al fallido golpe de Estado de 2002 contra el Gobierno de Hugo Chávez, como emisario de EE.UU. para Venezuela, “es el intento de Washington para controlar directamente la situación política en Venezuela, que la élite estadounidense considera como su futura vasalla”, escribió el sábado la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajarova en su cuenta de Faceboook.

Las autoridades estadounidenses “ya ‘restauraron’ la democracia en Irak, así como en Libia. Ellos fracasaron en Siria, o sería más exacto decir que no se les permitió hacerlo. Ahora, es el turno de Venezuela”, adujo Zajarova en tono irónico.

Rusia exhortó el mismo sábado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), a investigar los intentos de EE.UU. para materializar un golpe de Estado en Venezuela.

Abrams fue una de las autoridades estadounidenses que dirigió el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 contra el Gobierno del entonces presidente venezolano Hugo Chávez Frías, que duró 48 horas y dejó un saldo de 18 muertos y 69 heridos.

Rusia ha rechazado la intervención estadounidense en los asuntos internos de Venezuela y bloqueó, junto a China, un proyecto de declaración presentado por Washington en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) que pedía otorgar “apoyo pleno” al golpista Juan Guaidó, y a la opositora Asamblea Nacional (AN) que dirige, declarada en desacato en 2016, y por tanto carente de autoridad legal.

El miércoles pasado, Guaidó se declaró “presidente encargado” de Venezuela y se comprometió a formar “un gobierno de transición”, anuncio que fue respaldado poco después por EE.UU. y sus aliados.

Maduro quien juramentó su segundo mandato el pasado 10 de enero tras ganar holgadamente las elecciones el año pasado, ha asegurado que el pueblo bolivariano no aceptará que “imperio alguno” le imponga gobiernos por vías extraconstitucionales.

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