El embajador de Canadá en China ha debido dimitir por unas declaraciones sobre la ejecutiva de Huawei.

“Anoche pedí y acepté la dimisión de John McCallum como embajador de Canadá en China”, señaló ayer sábado el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a través de una nota oficial en la que no se explican las razones del cese.

McCallum había suscitado la ira de la oposición conservadora canadiense al dar a entender el martes en una rueda de prensa en Ontario (centro) que Meng Wanzhou, directora de finanzas de la empresa tecnológica china Huawei, detenida en Canadá desde principios de diciembre, probablemente no sería extraditada a Estados Unidos.

El exembajador dijo que Meng tenía “bastante buenos argumentos de su parte”, que detalló como la interferencia política indebida del presidente de EE.UU., Donald Trump, el “aspecto extraterritorial” de su caso y el rechazo del Gobierno canadiense a los embargos estadounidenses a Irán cuya supuesta transgresión alega Washington para reclamar la extradición.

El diplomático afirmó que el sistema de extradición existente entre Canadá y EE.UU. está “por encima del Gobierno”, recalcó que había habido “cero implicación” del Ejecutivo en el asunto e indicó que la decisión de extraditar o no corresponde a un juez, pero reiteró que su opinión era que “la señorita Meng tiene argumentos sólidos”.

Las explicaciones de McCallum, que llegó a apuntar que Washington podría abandonar la reclamación en el marco de un acuerdo más general con Pekín, han irritado a la oposición conservadora, partidaria de un alineamiento mucho más estricto con las posiciones antiraníes de Estados Unidos y el régimen israelí, por lo que el exembajador se vio obligado a excusarse el jueves.

Ese mismo día, Trudeau descartó cesar a McCallum, argumentando que tal decisión no ayudaría a obtener de las autoridades de Pekín la liberación de dos ciudadanos canadienses retenidos en China, pero aun así al día siguiente terminó reclamando la dimisión al diplomático.

El arresto de Meng ha tensado las relaciones entre Canadá y China hasta niveles poco frecuentes, recurriendo Pekín a la detención de los dos canadienses mencionados y a conminar a Ottawa a evitar “la diplomacia de los micrófonos” para movilizar aliados contra el gigante asiático.

 

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