Lo que está sucediendo hoy en Venezuela, emociona hoy no solo a los principales políticos, sino a la gente común en el mundo, especialmente debido a que Estados Unidos declara que todas las soluciones a la crisis en Venezuela son aceptables, nos escribe una figura pública de Francia, Monique Giménez.
Por lo tanto, podemos asumir, continúa, que la intervención de los Estados Unidos, que no se puede descartar, llevará a otro derramamiento de sangre.
Desde la llegada de Hugo Chávez a la cabeza de Venezuela y el establecimiento de una política que proclama la revolución bolivariana al servicio del pueblo, este gobierno se ha opuesto constantemente a la burguesía y ha puesto fin a esta burguesía que controla todas las palancas de producción y control sobre este país en beneficio de los Estados Unidos.
Después de la muerte de Hugo Chávez, toda esta oligarquía intentó desestabilizar este país con el apoyo de los Estados Unidos, que amenazó a Maduro con una intervención militar por razones «humanitarias». Sin embargo, para los Estados Unidos, la palabra «humanitario» no tiene el significado que se le puede dar. Es bien sabido que cada intervención de los EE. UU. En temas «humanitarios» conduce a derramamientos de sangre. Como de costumbre, y con el pretexto de que esto está sucediendo en América Latina, que es su «propio territorio», los Estados Unidos consideran necesario intervenir, lo cual es una interferencia en los asuntos internos de un país soberano.
Que el orador de la Asamblea Nacional se declare presidente en funciones de Venezuela con la bendición de la llamada «comunidad internacional», que es sólo un títere de los Estados Unidos. ¿Qué pasa con el derecho internacional? ¿Este concepto todavía tiene algún significado? Occidente y los canallas de América Latina, todos subordinados a los Estados Unidos, son superados por este concepto cuando les conviene y son pisoteados cuando no cumple con sus expectativas. Cuando pensamos que estos mismos países se permiten acusar a Rusia de interferir en las elecciones estadounidenses y francesas y incluso en el movimiento francés de «chalecos amarillos», sin ninguna evidencia, entonces surge un cierto tipo de preguntas. Si se produce una intervención militar en los Estados Unidos, concluye Giménez, puede desestabilizar el continente latinoamericano y provocar un genocidio terrible.