Cifra de familias migrantes que cruza a EE UU alcanza récord.

El número de inmigrantes indocumentados detenidos al cruzar de México a Estados Unidos con hijos ha alcanzado niveles récord en los tres meses siguientes a que Donald Trump diera marcha atrás en su polémica política de separación de las familias en la frontera. Los agentes arrestaron a 16.658 miembros de familias que cruzaron la frontera en septiembre, el 80% más que en julio. Es un nuevo récord mensual desde que existen registros. Un total de 107.212 miembros de “unidades familiares” fueron arrestados en 2018, cifra que pulveriza el anterior récord de 77.857 alcanzado en 2016. Los datos oficiales del departamento de Seguridad Nacional, aún inéditos pero adelantados por The Washington Post, suponen un auténtico desafío para Trump, a apenas tres semanas de unas elecciones legislativas en las que los republicanos luchan por contener el vaticinado crecimiento de los demócratas y conservar su mayoría en el Congreso.

La lucha contra la inmigración irregular es uno de los pilares sobre los que Trump asienta su proyecto político. Su promesa de levantar un muro a lo largo de la frontera con México es algo que recurrentemente le recuerdan sus seguidores, coreando consignas o con eslóganes estampados en carteles y camisetas, en los actos de una campaña en la que el presidente se ha volcado con una energía sin precedentes.

Pero justo ahora, a punto de entrar en la recta final hacia unos comicios que se han convertido en un plebiscito sobre su figura, Trump se enfrenta a esta insólita crecida del número de inmigrantes, a la vez que se avecina por el sur otro desafío en forma de una caravana de cerca de 4.000 hondureños (según cifras de este miércoles) que se dirige a EE UU para solicitar asilo. El presidente ya ha dejado claro al grupo de centroamericanos, que buscan asilo alegando razones de seguridad, que no serán bienvenidos. El secretario de Estado, Mike Pompeo, tiene previsto viajar a México este mismo viernes: los planes para detener la caravana serán un importante punto del orden del día en su reunión con sus contrapartes mexicanos.

La combinación de los dos frentes, en un momento tan delicado, ha enfurecido al presidente, según personal anónimo de la Casa Blanca citado por The Washington Post. Hasta el punto de que está estudiando, siempre según el Post,recuperar de alguna manera la política de separación en la frontera de padres e hijos inmigrantes indocumentados. Considera el presidente que, a pesar de la controversia que generó en su día, es la única medida que ha funcionado.

El pasado mes de abril, en nombre de una nueva doctrina de tolerancia cero, EE UU empezó a separar de manera generalizada a las familias que intentaban entrar ilegalmente. La argumentación jurídica era que todo inmigrante indocumentado es un delincuente y se le procesa judicialmente como tal. Por eso, aunque los progenitores no tuvieran antecedentes penales, se defendía que los hijos no podían seguir bajo su custodia y eran separados. La medida desató una colosal ola de protestas, dentro y fuera del país, que incluyeron la condena de la ONU, del papa Francisco y de tradicionales aliados como Reino Unido. A finales de junio, el presidente dio marcha atrás.

Un alto cargo anónimo del Gobierno, citado por el Post, reconoce que la medida se retiró debido a la furia política desatada, pero considera que la marcha atrás lanzó una “clara señal” de que la gente podía cruzar, y eso podría estar detrás, opina, del aumento de los detenidos en la frontera.

La posibilidad de que Trump decida recuperar la medida, con las legislativas a la vuelta de la esquina, preocupa a los estrategas electorales republicanos: los meses en que estuvo en vigor la separación familiar coincidieron con los peores desempeños del partido y del presidente en los sondeos. Recuperarla, temen, podría perjudicar a determinados candidatos republicanos en batallas electorales ajustadas, en las que necesitan el apoyo de los votantes moderados. Al mismo tiempo, aceptar sin más estas cifras récord de inmigración irregular, que implican un fracaso en uno de sus temas estrella, podría provocar un descrédito del presidente entre los votantes más radicales.

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