El presidente Duterte arremetió contra las fuerzas armadas el martes y alegó que alguien planeaba matarlo. En la misma entrevista, mencionó el partido político liderado por su crítico Antonio Trillanes, quien estuvo involucrado en dos revueltas fallidas contra el predecesor de Duterte en 2003 y 2007.
El presidente de Filipinas, Duterte, dijo en una declaración televisada el martes que tenía pruebas de que un grupo de políticos de oposición, rebeldes maoístas y ex oficiales militares planeaban derribarlo o matarlo. No detalló qué potencia extranjera dio el aviso, pero dijo que la información se revelaría en los próximos días.
«Alguien dijo que ese es su plan ahora. Si no pueden lograr su objetivo mediante explosiones, lo asesinarán», dijo, según lo citó el Wall Street Journal.
El hombre fuerte de Filipinas fue tan lejos como para desafiar a los militares para que lo destituyeran en un golpe. «Estoy desafiando a Magdalo para que empiece ahora», dijo el presidente de 73 años, refiriéndose al partido político de su némesis, el senador Trillanes, cuyos miembros incluyen a ex oficiales del ejército. «Solo asegúrate de que los soldados y los generales sean tuyos. Vamos a mostrarle a los filipinos lo que realmente quieres».
Duterte hizo la declaración horas después de que la Corte Suprema denegó la declaración de Antonio Trillanes IV por una orden de restricción temporal. Dijo que remitiría el asunto a dos tribunales inferiores que anteriormente escucharon cargos contra el inquieto senador, que fue indultado por el ex presidente Benigno Aquino III por sus dos breves sublevaciones militares fallidas contra la entonces presidenta Gloria Macapagal-Arroyo en 2003 y 2007. La Corte Suprema también dictaminó que Trillanes no puede ser detenido sin una orden judicial.
La decisión se tomó después de que Duterte revocó la amnistía de Trillanes hace más de una semana en un intento por forzar su arresto y juzgarlo en un tribunal militar. El presidente de Filipinas afirmó que la documentación que le otorgó la amnistía fue presentada incorrectamente y que Trillanes no había admitido suficientemente su culpabilidad. Desde entonces, el legislador de la oposición se ha refugiado en su oficina del Senado para evitar el arresto.