Venezuela: Las mafias del oro secuestran los billetes.

Al sur de Venezuela, hay oro. La fiebre comenzó hace tiempo –los registros dicen que en 1870– cuando las oleadas de inmigrantes antillanos, brasileños y guyaneses llegaron a la localidad para buscar ‘cochano’ en las minas al sur del país, donde también abundaban el paludismo, la malaria y la fiebre amarilla. Había tanto material valioso en las venas de la tierra que, en 1885, esa zona produjo más del 5% del oro mundial.

La presencia de compañías francesas e inglesas en Venezuela esquilmaron el área y la producción empezó a mermar en los albores del siglo XX. Luego, las crisis políticas y económicas, aunadas a la llegada del petróleo, disolvieron el fervor por el oro e hicieron que las concesionarias abandonaran los pueblos. Así, las inhóspitas tierras del Guayana quedaron nuevamente a merced de los mineros artesanales que se diseminaron en el vientre de aquel boscaje para extraer el metal y, durante años, su explotación quedó reservada a la ilegalidad. Pero ahora el país suramericano atraviesa una severa coyuntura económica y la fiebre del oro empieza a sentirse en su perversa dualidad: como posible salvador de las cuentas nacionales y como el verdugo implacable de las mafias.

Hace un par de años, ante la caída sostenida de los precios del petróleo, el Gobierno venezolano ideó un proyecto para retomar el control de las zonas mineras, extraer el oro para fortalecer sus reservas internacionales y ampliar sus mecanismos de financiamiento: el Arco Minero del Orinoco. No obstante, el plan ha generado una intensa pugna entre el Gobierno y las mafias ilegales que controlan el lucrativo negocio del oro. Ese hecho, en el contexto de la crisis económica venezolana, amenaza con impedir la ansiada recuperación porque ha hecho que las dinámicas, que anteriormente se veían solo en las minas, se hayan extendido al resto del país.

El caso más evidente de esas prácticas «mineras» es el tráfico de billetes. Y no es un asunto menor: este tipo de acciones han debilitado tanto el bolívar por la hiperinflación inducida, que en menos de dos años el Gobierno se ha visto obligado a emitir dos conos monetarios distintos; el segundo entrará en circulación a partir del 20 de agosto con la supresión de cinco ceros.

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