El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, se han dado la mano en el arranque de su histórica cumbre. Los dos mandatarios se han reunido este martes en el lujoso Hotel Capella, situado en la isla de Sentosa y alejado de los centros más poblados, lo que ha influido a la hora de elegirlo: garantizar la seguridad allí será más sencillo.
En una escueta secuencia de los hechos, tras meses de tensión entre Washington y Pyongyang, el pasado marzo Trump sorprendió al mundo aceptando la invitación de Kim para mantener un encuentro cara a cara. A mediados de mayo, el mandatario estadounidense anunció que su “muy esperada” cumbre con Kim sería el 12 de junio en Singapur. No obstante días más tarde decidió cancelarla, alegando la “abierta hostilidad” de Corea del Norte.
Durante la reunión, ambos líderes discutirán los «amplios y profundos puntos de vista sobre el tema del establecimiento de las nuevas relaciones entre EE.UU. y Corea del Norte», así como la construcción de «un mecanismo de mantenimiento de una paz permanente y duradera en la península coreana», además de «la desnuclearización de la península de Corea y otros asuntos de mutuo interés, como lo exige el cambio de era», según informó la Agencia Telegráfica Central de Corea (KCNA, por sus siglas en inglés).