Los documentos apuntan a figuras que van desde la Reina Isabel II hasta Madonna, y fueron difundidos con el nombre de Paradise Papers (Papeles del Paraíso). En el contexto de EEUU, los expedientes también implican al secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson; su principal asesor económico, Gary Cohn; el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin; Jon Huntsman, el nuevo embajador de Trump en Rusia; y a Carl Icahn, exasesor multimillonario de Trump.
La presentación intoxicante de estas filtraciones establecen además vínculos de Trump con Rusia, cuestión que viene como anillo al dedo en un momento en que los servicios de inteligencia y el Congreso estadounidense presionan fuertemente a empresas como Facebook y Google para incluirlas dentro del expediente “Russia-gate”, con el cual se hacen señalamientos serios de traición por parte de Trump, pudiendo desenvolverse estos eventos en un tambaleo en la Casa Blanca, como resultado del choque intestino entre élites.
No obstante, al igual que como sucedió con los llamados Panamá Papers, la narrativa sobre el tema demanda discreción. Esta filtración es también presentada como una investigación periodística, liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y el diario alemán Süddeutsche Zeitung, y compartida con 96 medios internacionales, entre ellos, La Nación, The New York Times, The Guardian, BBC, Le Monde y El Confidencial de España. En total, más de 380 periodistas de 67 países analizaron 1,4 terabytes de información durante un año.
Esta filtración podría al mismo tiempo tratarse de un entramado de señalamientos de corrupción con propósitos mucho más elaborados y profundos, pues podría ser pivote de una operación estructurada de depuración de paraísos fiscales para favorecer otras “cajas negras” como el conjunto de paraísos fiscales en EEUU, por ejemplo el estado de Delaware, lugar donde intentan atraer cada vez más las finanzas sucias de los grandes evasores en detrimento de otros destinos más tradicionales.
Juan Manuel Santos, en el “paraíso”
No obstante, en medio del conjunto de señalamientos, hay nombres conocidos que podrían ser “sacrificados” o expuestos en favor de la credibilidad periodística. La reciente filtración de los Paradise Papers reveló que una compañía radicada en Barbados, considerado un paraíso fiscal, tuvo en su junta directiva al actual presidente colombiano y a un exembajador de EEUU en ese país.
Se trata de la firma Global Tuition and Education Insurance Corporation, dedicada a brindar un servicio de seguro a los padres que quieran pagar la universidad de sus hijos antes de que inicien sus estudios. Dirigida por Gabriel Silva, exministro de Defensa de Álvaro Uribe y embajador de Colombia en Washington, esta firma tuvo en su junta directiva al actual primer mandatario colombiano entre 1999 y 2001.
Mientras que Morris D. Busby, embajador de EEUU en Colombia durante el gobierno de César Gaviria, formó parte de ella entre 1998 y 2007. Al igual que lo hizo Luis Guidot Jr., máximo representante diplomático estadounidense en Costa Rica entre 1991 y 1994. Estos dos diplomáticos norteamericanos, por otro lado, también coincidieron en este órgano directivo con otras altas figuras del mundo político colombiano. Entre ellas, el hermano del expresidente Gaviria, Juan Carlos, y su esposa, Ana Milena Muñoz de Gaviria.
Esta compañía, por otra parte, fue radicada en Barbados a través de la firma de abogados Appleby, sin embargo tiene presencia en nueve países de la región. Entre ellos Colombia, donde ha desarrollado sus actividades con base a las empresas Global Seguros de Vida, S.A., y Global Education Group Colombia S.A., integrada por la exalta consejera para la gestión pública del gobierno de Santos y actual representante del país ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE), Catalina Crane Arango.
Una de las inversiones de esta compañía en Colombia es la firma Creditfamilia, especializada en préstamos para la compra de viviendas de interés social y prioritarias. Negocio basado en otorgar créditos a personas subsidiadas en parte por el Estado colombiano. De esta forma, Santos beneficia indirectamente a una subsidiaria de la compañía que integró hasta 2001. Un claro conflicto de intereses.
En la misma tónica, el presidente de otra entidad de este grupo, conocida como Renta 4 Global Fiduciaria, Juan Carlos Ureta, se reunió el 19 de septiembre de 2015 con el presidente Santos y el ministro de Economía de España, Juan Manuel Soria, en un encuentro con ejecutivos de firmas de los dos países. Al igual que las otras subsidiarias de Global Tuition, esta entidad se dedica a brindar servicios financieros a particulares y empresas colombianas.
Según el medio Connectas, que filtró esta información, fue imposible acceder a los accionistas de esta compañía radicada en Barbados por la legislación de la isla, que permite el secreto fiscal. De esta manera, difícilmente pudiera saberse exactamente para quién trabajaba Juan Manuel Santos, y el exembajador norteamericano en Colombia, Busby. Por lo pronto, lo único seguro es su importante peso en los círculos de poder colombianos.
Escándalo y evasión
Juan Manuel Santos se coloca en el ojo del huracán al ser el primer político latinoamericano relevante señalado en este escándalo. Luego de ver su nombre reflejado en los Papeles del Paraíso, Santos quiso lavar su nombre publicando su declaración de renta correspondiente a los años 2015 y 2016, en lo que podría considerarse un acto de evasión, no del fisco, pero sí de las responsabilidades por las cuales se le señala y que no logra desmentir por medio de su declaración oficial.
Los vínculos parecen claros. El escándalo del que Santos ahora es parte se enmarca en una trama de fuerte rechazo del pueblo de Colombia a un conjunto de medidas económicas, especialmente en el orden tributario, que han sido apuntaladas por esa gestión presidencial. Una cuestión por demás paradójica: Santos obligaría al pueblo colombiano a pagar más impuestos y a asumir políticas de reducción del gasto público, mientras el mismo evade al fisco.
Santos es sacrificado ante la escena pública en el preludio de un año electoral, y justo cuando ha centralizado su retórica desviando la atención de los asuntos de Colombia, al inmiscuirse en la política venezolana.
Vale decir además que personeros de la política en Venezuela, señalados frecuentemente por las corporaciones mediáticas como corruptos, como Tareck El Aissami o Diosdado Cabello, nunca terminan de aparecer en los “papers” que desnudan los sucios negocios de algunos de los ricos, corruptos y grandes evasores del mundo.