¡Todo el Poder para los Soviets!: Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre


Con motivo de la celebración del Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, en todo el mundo se rinde homenaje especial a los millones de héroes y heroínas del movimiento comunista mundial, a los revolucionarios inquebrantables de la historia del proletariado, a las y los trabajadores, a los campesinos pobres, a los pueblos -los creadores de la historia- quienes con su lucha, su martirio en cárceles, cámaras de tortura, exilio y hasta con la entrega de su vida mantienen la esperanza por un mundo en socialismo.

Su ejemplo justifica la existencia humana, y es un legado moral inestimable para el proceso de liberación nacional iniciado en Venezuela desde 1998, con el Comandante Hugo Chávez a la cabeza, a fin de liquidar no solo el poder político, sino también el poder económico de los monopolios y liberar la Patria de Bolívar del dominio imperialista.

En estas condiciones, es especialmente importante transmitir la verdad objetiva de la primera revolución proletaria victoriosa, su importancia histórica para el movimiento obrero mundial, para la lucha de liberación de los pueblos oprimidos.

Como señaló repetidas veces el máximo dirigente bolchevique, Vladimir Ilich Ulianov Lenin, la Revolución de Octubre, realizada por el proletariado y el pueblo rusos, inició una nueva época en la historia de la humanidad.

La celebración del Centenario de la Gran Revolución de Octubre se produce en un entorno de contraofensiva del imperialismo y de reacción derechista a los avances sociales y políticos de la clase obrera y del pueblo trabajador de la ciudad y del campo. Enormes son los peligros, y desafíos, y enormes también las posibilidades de avanzar, si con la lucha e iniciativa revolucionaria contribuimos a resolver en favor de nuestros pueblos las contradicciones planteadas.

Se produce esta conmemoración en momentos de una agresión multifacética de los Estados Unidos contra Venezuela, a la que debemos dar respuestas científicas revolucionarias que permitan asegurar la victoria definitiva del pueblo trabajador.

La creación de una sociedad en la que no existiera la explotación de seres humanos era y sigue siendo un sueño secular de los trabajadores y de la humanidad progresista. La Revolución Socialista de Octubre transformó este sueño en realidad, por primera vez en la historia, en una sexta parte del globo terráqueo el proletariado tomó el poder y comenzó a construir un Estado no dominado por la burguesía y el capital.

Guerra no convencional
Fue tan impactante, que pocos días después las élites imperialistas en Washington lanzaron una furiosa campaña anticomunista, que hoy llamaríamos Guerra No Convencional, a través del New York Times, el mismo diario que hoy lideriza una campaña difamatoria contra el Gobierno Bolivariano.

En su editorial publicado el 16 de noviembre de 1917, bajo el título Los bolcheviques, el “prestigioso” medio decía sobre los revolucionarios: “Sin embargo, aunque Kérenski haya fracasado, alguien más puede surgir que sea lo suficientemente fuerte para tomar el Gobierno de las manos destructivas de los bolcheviques. De hecho, no lo pueden retener permanentemente porque son patéticamente ignorantes, hombres superficiales, niños políticos, sin el más mínimo entendimiento de las vastas fuerzas con las que están jugando, hombres sin una sola cualificación aparte del don de la palabra; y si se les permitiera suficiente tiempo su propia incompetencia los destruiría, aunque quizás solamente para ser substituidos con otros tan perniciosos”.

El Comandante Chávez seguramente hubiese dicho: “Huele a azufre”. De ese modo subestima el imperialismo a quienes lo adversan. Pero ¿Qué hicieron los bolcheviques durante esas primeras horas y días tras derrocar al Gobierno Provisional para incitar la ira del New York Times, del capitalismo mundial y de las fuerzas imperialistas internacionales por las que hablaba?

En primer lugar, los bolcheviques emitieron un decreto sobre la paz, pidiendo a todas las partes beligerantes que iniciaran negociaciones para poner fin a la I Guerra Mundial sin anexiones ni indemnizaciones. En segundo lugar, el nuevo gobierno de obreros, campesinos y soldados emitió un decreto sobre la tierra, declarando que “la propiedad privada de la tierra será abolida para siempre; la tierra no será comprada, vendida, arrendada, hipotecada ni alienada de ninguna otra manera”.

El desarrollo objetivo de la Revolución Rusa reivindicó que la perspectiva estratégica, -es decir, el destronamiento de la autocracia zarista, la destrucción de todos los vestigios semifeudales de las relaciones económicas y políticas y la eliminación de toda opresión nacional- solo podía lograrse con la conquista del poder estatal por parte de la clase trabajadora. La revolución democrática que protagonizaría la clase obrera en oposición a la clase capitalista se convertiría rápidamente en una revolución socialista.

Se ha roto el hielo
“Nosotros hemos empezado la obra. Poco importa saber cuándo, en qué plazo y en qué nación culminarán los proletarios esta obra. Se ha roto el hielo, se ha abierto el camino, se ha indicado la dirección”, escribió Lenin.

La toma del poder por el Partido Bolchevique y el establecimiento del primer Estado obrero-campesino-popular inspiraron un gran salto en la conciencia de clase de las masas trabajadoras y oprimidas en todo el mundo.

La Revolución Rusa marcó el comienzo del fin del antiguo sistema de gobierno colonial establecido por el imperialismo a finales del siglo XIX y principios del XX. Esta radicalizó a la clase obrera internacional y puso en marcha un movimiento revolucionario de masas.

Los mayores logros sociales conseguidos por la clase obrera internacional, incluyendo la formación de sindicatos industriales en Estados Unidos en la década de 1930, la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, la implementación de las políticas de bienestar social en la posguerra y el proceso de descolonización, fueron todos subproductos de la Revolución Rusa.

Muchos en América Latina comprendieron desde los primeros días la inmensa importancia de lo que había sucedido en la lejana Rusia. “Voto sin titubear por los bolcheviques rusos que nos señalan el camino a la paz y a la liquidación del bárbaro régimen capitalista. Quien no apoye su causa, defiende el capitalismo y todos sus horrores”, estas palabras del fundador del Partido Comunista de Chile, Luis Emilio Recabarren, fueron escritas en los primeros días que siguieron a la Revolución de Octubre,

El martes 13 de noviembre 1917, apareció en el diario Horizontes de San Cristóbal, estado Táchira, la nota: “En Petrogrado los partidarios de Lenin derrocaron al Gobierno provisional. El primer ministro Kerensky, huyó de la capital. El Palacio de Invierno, que era el asiento del Gobierno, fue tomado por los revolucionarios”.

El mundo la aplaudió
Los trabajadores de los países latinoamericanos, lo mismo que los de otras partes del mundo, aplaudieron calurosamente la Revolución de Octubre, a su gran dirigente Lenin y la política leninista de paz y se pronunciaron en defensa del primer Estado socialista en la historia de la humanidad contra los imperialistas y la contrarrevolución.

Desde 1917, el capitalismo internacional se vio obligado a tomar en consideración la existencia de una fuerza de contrapeso como primer factor determinante de su política. Gracias a la Revolución Socialista de Octubre se dieron las condiciones para establecer derechos populares que no tenían precedentes ni siguiera en los países capitalistas más desarrollados.

Necesidad y vigencia del socialismo
Las conquistas de los trabajadores y de los campesinos en el poder soviético funcionaron a favor de los trabajadores en los países capitalistas también. Fueron factor básico que obligó a los partidos burgueses gubernamentales, liberales y socialdemócratas, a hacer concesiones hacia la clase obrera.

La vigencia del socialismo surge de las contradicciones del sistema capitalista. Deriva del hecho de que el capitalismo ha creado las condiciones materiales previas para la transición de la humanidad a un sistema socioeconómico superior, aunque se retrasa hoy por la adversa correlación de fuerzas que hace parecer la agresividad del capitalismo como un sistema invencible.

La necesidad de la transición al socialismo es generada por el propio capitalismo, que a pesar de haber socializado el trabajo y la producción a una escala sin precedentes, los productos del trabajo socialmente organizado siguen siendo propiedad capitalista privada.

El derrocamiento contrarrevolucionario que se produjo en los años 1989-1991, no niega el carácter de nuestra época como la etapa de transición del capitalismo al socialismo, inaugurado simbólicamente por la Revolución de Octubre.

Hoy día, más que nunca, se demuestra que la lucha de clases no puede ser principalmente defensiva, para salvaguardar ciertas conquistas. Es posible alcanzar resultados inmediatos, y en particular a largo plazo, solamente a través de la politización de la acción con demandas que choquen con la estrategia del capital, que exijan la riqueza que se produce a favor de sus productores directos mientras se prepara el factor subjetivo para la conquista del poder. Tales luchas pueden crear una correlación de fuerzas a favor de la clase obrera y sus aliados potenciales, las capas populares.

Reiteramos, que el Centenario de la Revolución de Octubre, es importante cotejar el año 1917 en Rusia, con el 2017 en Venezuela. En ambos procesos revolucionarios y momentos históricos, la agresión imperialista extranjera era inmensa. El pueblo venezolano debe defender hoy las conquistas del proceso de liberación nacional que comenzó en 1999, pero además debe seguir organizándose y formándose para continuar la construcción de un verdadero Estado democrático y de justicia social a través de la Revolución Socialista.

El comandante Chávez dijo que sin el trabajo de Lenin sobre el Estado, no se puede entender la Revolución Bolivariana y para salir de la crisis capitalista que vivimos hoy en Venezuela, debemos estudiar las enseñanzas de la Revolución de Octubre.

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