Renace el FAD, único partido panameño de izquierda

El Frente Amplio por la Democracia (FAD), único partido de izquierda de Panamá, regresó hoy a la palestra política con su incorporación a la lista del Tribunal Electoral (TE) tras su extinción hace tres años.

El requisito del congreso constitutivo, efectuado la víspera ante observadores del TE según las exigencias de la ley electoral, resultó una jornada a la cual asistieron representantes de múltiples tendencias políticas afines.

Tal escenario augura la posibilidad de aglutinar sectores obreros, intelectuales, estudiantiles, campesinos e indígenas.

‘A pesar de las dificultades y el cerco mediático, no lograron arrebatarnos la esperanza’, dijo Fernando Cebamanos, reelecto presidente del partido, al hacer el recuento de cómo la legislación favorece a agrupaciones políticas tradicionales, incluso en el financiamiento electoral con las nuevas reformas.

Para Cebamanos, estos cambios profundizaron el carácter antidemocrático de la ley que ‘premia la corrupta participación de la partidocracia’, en función de los votos obtenidos en las elecciones del 2014.

Denunció que esos partidos, los cuales ‘gobernaron el país para beneficio propio’, recibirán el 97 por ciento del financiamiento.

En la liza electoral que se avecina en 2019 se distribuirá el resto de los fondos entre los nuevos partidos y los ‘llamados candidatos independientes’, aseveró y puso el ejemplo de que por cada cuña publicitaria en la televisión que el FAD tuviese la suerte de contratar, los tradicionales tendrían 100.

El desigual escenario en el cual la fuerza política deberá desempeñarse, violatorio en la igualdad que plantea la Constitución del país, requerirá de una estrategia centrada en la organización territorial de una militancia comprometida, ética y ‘poder popular constituyente’ como banderas, según el dirigente.

‘En este complejo escenario es más importante que nunca la articulación de las fuerzas revolucionarias’, afirmó la funcionaria Silvia Matute, en un mensaje al congreso a nombre del Partido Comunista de Cuba, en el cual fotografió la situación del continente e insistió: ‘es fundamental lograr la unidad, respetando las diferencias’.

Matute, interrumpida varias veces con aplausos, trasladó la ‘modesta experiencia de la Revolución cubana’, en el que además de la unidad, se priorizan los objetivos comunes en beneficio del pueblo, ‘al que debemos demostrarle que este mundo no se logra con retórica, sino con hechos’.

Aunque el horizonte de sus palabras trascendió las fronteras panameñas, coincidieron con problemas nacionales denunciados públicamente: desempleo juvenil y femenino, represión de estudiantes y trabajadores, pueblos originarios discriminados, ineficientes servicios de salud, educación y seguridad social, y el mal endémico de la corrupción.

En la proclama final de este congreso constitutivo, el FAD se autocalifica de ‘partido político de nuevo tipo’ y, además, de ‘instrumento político electoral, incorruptible e insobornable’, en función del pueblo y llamados a destruir a ‘las mafias que se apoderan de los recursos vitales’.

Sobresalen las figuras jóvenes y las mujeres en la estructura de dirección elegida, como señal evidente de la táctica del relevo generacional, al tiempo que, al lado de líderes históricos en los principales cargos, se perfilan nuevos valores de la dirigencia política.

‘Ha vuelto la esperanza a Panamá. Como el Ave Fénix renace el Frente Amplio por la Democracia’, exclamó Cebamanos ante una masa que enardecida gritó sus consignas de lucha en las calles.

Los ataques en las redes sociales no se hicieron esperar con el manido miedo al comunismo y la comparación con la situación de Venezuela, las cuales vinieron de velados agentes de los poderes económicos nacionales, quienes apoyan además, al exilio venezolano antichavista.

También hubo un apoyo irrestricto, como el emitido por la organización Polo Ciudadano, que destacó cómo el FAD logró superar ‘los obstáculos antidemocráticos del Código Electoral vigente’, y articular un programa antineoliberal que enfrente al régimen oligárquico corrupto de los partidos tradicionales.

La opción electoral del FAD deberá derrotar al clientelismo de la partidocracia que compra votos con bolsas de comida y otras limosnas, tal vez la tarea más difícil, pues se trata de cambiar mentalidades y crear conciencia popular, pero al decir de Matute: a este pueblo hay que demostrarle los hechos, no las retóricas.