Granjeros libaneses pasan de la marihuana a la uva

Un grupo de granjeros libaneses asentados en el valle de la Bekaa, encontró más lucrativo el cultivo de la uva que el de la marihuana, además de que también ahora viven con la conciencia más tranquila.

El The Daily Star relata el caso de Michel Emad, quien sentado entre sus viñas donde florecen uvas utilizadas para marcas de vinos como Sauvignon Blanc o Chateau Ksara, aun recuerda el día no tan lejano en que abandonó lo ilícito por lo correcto.

Emad cuenta que el control estatal no era muy fuerte sobre el cannabis y en la percepción de los residentes en esa zona occidental de El Líbano resultaba un negocio redituable.

Sin embargo, pasaba noches sin dormir, preocupado por las redadas del Ejército y la Policía.

En 2003, Emad y otra decena de agricultores se unieron a la cooperativa Heliopolis Coteaux para cosechar uva en las tierras de la localidad de Deri al-Ahmar y les fue mucho mejor, según comentó al periódico.

La zona, una de los más pobres en el Líbano, es famosa por su producción de cannabis, pese a la persecución de las autoridades y hasta ese año constituía el modo de vida de la mayoría de los granjeros del lugar.

Empero, Emad y muchos de sus vecinos encontraron que la uva les resulta más lucrativa y les mantiene la conciencia limpia.

Este año el granjero ganó unos 10 mil dólares por una cosecha de nueve toneladas de la fruta, el doble de los ingresos que alguna vez obtuvo con la marihuana.

En los límites de su viña, aun hay visibles tallos de los campos de cannabis. Y es ostensible porque Emad pasó tres años en el cultivo de esa variedad, al igual que otros aldeanos quienes ven todavía en la ‘yerba’ su único medio de supervivencia.

Las fuerzas de seguridad acometen redadas regulares en las cercanías y Emad padeció en dos oportunidades la aniquilación de su ilegal cosecha hasta que se unió a la cooperativa.

‘Con el hachís siempre me sentí amenazado y temeroso de perder todo y casi ni dormía por el riesgo constante de ir a la cárcel o la destrucción de los cultivos’, subrayó.

Para su suerte, la cooperativa Heliopolis Coteaux inició su andadura en 1999 como un pequeño coto y ahora sumadas sus tierras y las de otros vecinos, cubre unas 250 hectáreas.

La primera cosecha en 2003 y las consiguientes ganancias inesperadas desencadenaron una ola de interés entre los dedicados al cannabis y comenzaron a abandonarlo.

El éxito de la cosecha de la uva, precisó el jefe de los cooperativistas, Shawki al-Fakhir, probó que no está en el deseo de la gente el hachís. Están obligados porque hasta ahora resulta su única fuente de ingresos, pero quieren renunciar para vivir sin temor y sin violar la ley.

‘Si usted les da una alternativa, un lucrativo cultivo legal al granjero, habrá cambios en un santiamén’, pronosticó Al-Fakhir, un sexagenario ingeniero jubilado convertido en vinicultor.

El recuerdo que su propio padre estuvo tentado por el cannabis, pero el abuelo lo disuadió para bien de todos.

La cooperativa Heliopolis Coteaux cosechó unas 400 toneladas de uva en 2017, las cuales van a parar a bodegas libanesas prestigiosas como Chateau Ksara o Domaine Wardy, entre las más antiguas y renombradas en el país.

Por ahora, el único obstáculo para renunciar a lo ilícito y entrar en lo correcto, pasa por el apoyo financiero que en el caso de los cooperativistas de la Heliopolis recibió ayuda inicial de Francia y poco a poco creció hasta solo necesitar de los locales.