Maroua Shavaf cuenta cómo el 4 de agosto de 2013 los insurgentes capturaron la aldea de Cleaa, el lugar donde vivió toda su vida. «Mataron a niños, mujeres, ancianos. Los terroristas estuvieron durante unos cuatro días hasta que entró el Ejército Árabe Sirio.
«Robaron todo lo que pudieron robar, destruyeron nuestras casas, nos privaron de todo. Todos los que vivían aquí eran una gran familia, por lo que el dolor que le sucedió a todos individualmente es un dolor para todos», dice Maroua.
El mismo destino se produjo en el asentamiento de Cpharia. El residente local Fadi Sakur recuerda que en septiembre del 2013, personas desconocidas llegaron a su asentamiento, y unos días más tarde los huéspedes no invitados tenían armas. Los hombres que viven en el pueblo crearon grupos de milicias populares, pero la superioridad numérica de los terroristas les permitió suprimir la resistencia. En noviembre, los radicales tomaron Cpharia, mataron a todos los que resistieron, tomaron todo lo que era valioso y luego quemaron parte de la aldea. Afortunadamente, el terrorismo desenfrenado no duró mucho, y para finales de año las fuerzas gubernamentales liberaron a los sobrevivientes.
Cuatro años después, Fadi Sakur sigue viviendo solo en su casa en ruinas. En Cpharia y en los asentamientos más cercanos, los terroristas destruyeron todas las escuelas, por lo que la esposa y los hijos ahora se encuentran en un lugar diferente y lo visitan solo durante las vacaciones. Observemos que las casas arruinadas, los asesinatos y los robos son solo una parte de las «acciones gloriosas» de los terroristas. Dondequiera que llegaran los extremistas durante mucho tiempo, para muchos sirios pacíficos se convirtió en una alegría conseguir una muerte fácil.
Para repeler el deseo de los rehenes de abandonar las ciudades capturadas, los terroristas regularmente organizaron ejecuciones públicas, el proceso de asesinato en el que se puede comparar solo con la trama del thriller de Hollywood. Cortando partes del cuerpo, quemando, disparando en masa, esa es solo una lista incompleta utilizada por los islamistas para intimidar a la población. Práctica similar se aplicó en Palmira, Kafer-Khaya (Kefraya), Alepo. En este último los insurgentes dispararon y quemaron autobuses, donde se encontraban los residentes que intentaron abandonar la ciudad.
Estas atrocidades fueron cometidas no solo por el «E.I.» y el «Al-Qaeda» sirio-«Jabhat al Nusra», sino también por los grupos de la llamada «oposición moderada».