Ayer, 10 de octubre, Carles Puigdemont, presidente de Cataluña, firmó un documento que declaró la independencia de la región de España, pero dijo que la medida no se pondría en marcha durante algunas semanas.
El texto, proclamando la constitución de una «república catalana como un Estado independiente y soberano», fue firmado por 72 diputados del Parlamento de Cataluña pero parecía tener poca credibilidad jurídica.
El movimiento, un acto significativo pero en gran parte simbólico para intentar presionar al gobierno español para que negocie sobre la independencia catalana, se produjo poco después del discurso de Puigdemont en el que aparentemente había dejado de lado la declaración unilateral de independencia temida por Madrid y la Unión Europea después que el voto del referéndum fuera estropeado por la violencia policial. Esto se encontró con el descontento de la mayoría pro-nacionalista en el parlamento.
«No se puede suspender una declaración de independencia que no se ha hecho», añadió el líder del Partido Socialista Catalán, Miquel Iceta, tras la intervención de Puigdemont. «Es un insulto al sentido común», twitteó el Partido Popular de Cataluña.
Puigdemont dijo al parlamento regional que la «voluntad del pueblo» era separarse de Madrid, pero también dijo que quería «desacelerar» la tensión alrededor del tema. Dijo que vale la pena explorar la mediación internacional entre Cataluña y España.
Esto fue rechazado por el gobierno central español en Madrid. Soraya Saenz de Santamaria, vice-primera ministra de España, respondió a estos acontecimientos diciendo: «Ni el señor Puigdemont ni nadie más puede reclamar…que impongan la mediación».
Francia y Alemania se oponen a la propuesta de independencia de Cataluña. El presidente francés Emmanuel Macron dijo que la Unión Europea no debe mediar en la crisis. El gobierno de España es capaz de manejar la situación por sí solo, dijo Macron.
El referéndum del 1 de octubre dio como resultado que casi el 90% de los votantes respaldara la independencia, dijeron funcionarios catalanes. Pero los votantes contra la independencia boicotearon en gran medida la votación-que tuvo una participación de 43 %-y hubo muchos reportes de violencia policial, según informes la policía nacional utilizó balas de goma contra los votantes y escondió las urnas.